martes, 27 de mayo de 2025

Heliconias & colibríes

Las heliconias o platanillas son unas plantas herbáceas perennenes de mediano o gran tamaño pertenecientes al género Heliconia (único de la familia Heliconiaceae) que se extienden fundamentalmente por los trópicos de América (de las aproximadamente 225 especies que hay en el mundo el 97% son americanas).

Presentan varios tallos que nacen de un rizoma o tallo subterráneo y unas inflorescencias erectas o colgantes con brácteas muy coloridas que las hacen inconfundibles. En Panamá hay unas 56 especies de heliconias, siendo la tercera parte endémicas del país.

Todas las heliconias son polinizadas por los colibríes (también pueden hacerlo algunas especies de abejas), con los que han coevolucionado (forma de los picos y hábitos alimentarios en las aves y curvaturas y longitudes de las flores en las plantas).

Ermitaño ventripálido (Phaethornis anthophilus) libando las flores de Heliconia vaginalis.

Las heliconias habitan las selvas húmedas y muy húmedas ("moist" y "wet forests"), zonas montañosas y bosques nubosos, resultando más escasas en los bosques secos. En la imagen, Heliconia platystachys.

Colibrí pechiazul o amazilia pechiazul (Polyerata amabilis), una de las especies que se encuentran en las selvas del Pacífico.

Algunos colibríes crían en árboles protegidos por hormigueros cuyos insectos impedirían el acceso de determinados depredadores a sus nidos, como el de la imagen.

Heliconia rostrata, una de las especies empleadas como ornamentales, en Boquete.

La amazilia de cola rufa (Amazilia tzacatl), un colibrí que puede encontrarse en la media montaña.

Porte de Heliconia tortuosa en un bosque nuboso. Las hojas recuerdan a los bananos (familia Musaceae) y a otras especies de familias cercanas (Zingiberaceae o Cannaceae), de ahí el nombre vulgar de platanillas.

Heliconia nutans, también en un bosque nuboso.

 Detalle de las flores de Heliconia nutans

Además de las heliconias, obviamente, los colibríes son polinizadores de muchas otras especies de plantas, como hace esta amazilia de Edward (Amazilia edward) sobre unas flores de Pentas lanceolata, una especie ornamental.


martes, 20 de mayo de 2025

El río (Wade Davis)


En esos días viví por primera vez la grandeza sobrecogedora de la selva pluvial tropical. Es algo sutil. No había manadas de ungulados, como en la llanura de Serengeti, ni tampoco había cascadas de orquídeas: sólo mil matices de verde y esa infinidad de contornos, formas y texturas que desdeña tan a las claras la terminología de la botánica de las zonas templadas. Es casi como si uno tuviera que cerrar los ojos para contemplar el constante murmullo de la actividad biológica —la evolución, si se quiere— trabajando a toda marcha. Desde el mismo borde de las trochas las enredaderas se aferran a la base de los árboles, y las heliconias y calatheas herbáceas ceden ante los aroideos de hojas anchas que trepan en las sombras. En lo alto, los bejucos cubren los inmensos árboles uniendo el dosel del bosque en una única y entretejida tela viviente. No hay flores, o por lo menos pocas que se puedan ver a primera vista, y bajo el deslumbrante sol del mediodía, inmóvil en el cielo, hay pocos sonidos. La atmósfera se carga de una pesadez fluida, del peso abrumador de siglos, de años sin estaciones, de la vida sin renacimiento. Uno puede caminar horas enteras y seguir convencido de que no ha avanzado.



Luego, hacia el atardecer, todo cambia. La atmósfera se enfría, la luz se torna ambarina y el cielo abierto sobre los ríos y las ciénagas se llena de raudas golondrinas, vencejos y papamoscas. Los halcones, las garzas, las jacanas y los martín-pescadores de las orillas de los ríos ceden ante bandadas de cotorras cacareantes y espectaculares despliegues de tucanes y guacamayas escarlata. Surgen de pronto micos tití, y cerca de las orillas de los ríos brillan los ojos de los caimanes, sus cuerpos y colas tan quietos y opacos como maderos flotantes. A la luz del atardecer se pueden finalmente distinguir formas en la selva, perezosos pegados de los yarumos, víboras enroscadas en las ramas, tapires revolcándose en lejanos lodazales. Por un momento, en el crepúsculo, el bosque parece tener escala humana y ser en cierta forma manejable. Pero llega entonces la lluvia de la noche y después el ruido de los insectos desenfrenados entre los árboles, hasta que al salir el sol regresa el silencio, la atmósfera se aquieta y se levanta la niebla de la tierra enfriada. Una neblina blanca inunda todo, como algo sólido y devastador.



(...) Sin distracciones, uno se adaptaba a la perfección a la vida de la selva: los monos aulladores en lo alto, los incesantes ríos de hormigas, los encuentros casuales con serpientes y jaguares, los inquietantes gritos de águilas reales; las mariposas iridiscentes, con su belleza incitante, y las ranas bronceadas y púrpuras, venenosas al tacto. En mi diario anoté los sencillos lujos de la vida en la selva: «El humo de una hoguera que espanta a los insectos, una noche sin lluvia, un rancho de paja en medio del bosque, un banano casi podrido encontrado en una hondonada, sembrados de yuca abandonados, un animal recién cazado y lo que sea: agua lo bastante profunda para bañarse, la insinuación de una cagada sólida, una noche de sueño continuo, un limonero encontrado en el bosque».

El río (Wade Davis)

martes, 13 de mayo de 2025

Árboles y arbustos de las selvas del Pacífico ("moist forests") (8/8)


Aegiphila panamensis, Lamiaceae

Amaioua glomerulata, Rubiaceae

Astronium graveolens, Anacardiaceae

Bursera simaruba, Burseraceae

Calycophyllum candidissimum, Rubiaceae


Carludovica palmataCyclanthaceae

Casearia guianensis, Salicaceae

Ceiba pentandra, Malvaceae

Chomelia spinosa, Rubiaceae

Colubrina heteroneura, Rhamnaceae

Dipteryx oleifera, Fabaceae

Doliocarpus major, Dilleniaceae

Agutí (Dasyprocta punctata).

Hamadryas arinome

Tucán piquiverde (Ramphastos sulfuratus).

Picamaderos barbinegro (Campephilus melanoleucos).


Hojas y frutos de Erythrina berteroana (Fabaceae).

Ficus popenoei, Moraceae

Hasseltia floribunda, Salicaceae

Hura crepitans, Euphorbiaceae

Ixora floribunda, Rubiaceae

Luehea speciosa, Malvaceae

Maclura tinctoria, Moraceae

Megaskepasma erythrochlamys, Acanthaceae

Miconia dentata, Melastomataceae

Miconia quinquenervia, Melastomataceae

Monstera adansonii, Araceae

Nectandra cuspidata, Lauraceae

Picramnia latifolia, Picramniaceae

Pittoniotis trichantha, Rubiaceae

Prionostemma aspera, Celastraceae

Pseudobombax septenatum, Malvaceae

Psychotria horizontalis, Rubiaceae


Spondias mombin, Anacardiaceae

Stylogyne turbacensis, Primulaceae

Swietenia macrophylla, Meliaceae

Terminalia oblonga, Combretaceae

Triplaris americana, Polygonaceae

Urea baccifera, Urticaceae

Urera caracasana, Urticaceae


Vachellia collinsii, Fabaceae

Xanthosoma helleborifolium, Araceae

Xylopia frutescens, Annonaceae