lunes, 31 de diciembre de 2018

Fin de ciclo para la zanahoria marítima (Echinophora spinosa)

Ayer por la mañana estuvimos fotografiando algunos ejemplares de zanahoria marítima (Echinophora spinosa) -o, mejor dicho, lo que queda de ellos-, en la costa de Alicante. En esta imagen vemos el aspecto que presenta esta especie a finales de año en su hábitat natural: los arenales costeros (vive desde el nivel del mar hasta los 50 m).


Es una umbelífera perenne que puede alcanzar un buen tamaño (hasta 70 cm de altura y casi un metro de diámetro); aunque ahora su parte aérea está prácticamente seca, tiene una cepa leñosa subterránea desde la que rebrotará la próxima primavera. Los restos de este ejemplar yacen sobre una de las principales especies invasoras vegetales de nuestras costas, la uña de gato.

Algunas plantas todavía presentan hojas verdes, como esta. Son compuestas, dos o tres veces divididas y muy espinosas. En España vive en Baleares y parte de la costa peninsular mediterránea, desde Gerona hasta la Región de Murcia, donde es escasa (y está amenazada); no llega a Andalucía.

Aspecto de una umbela seca rodeada por un grupo de brácteas linear-lanceoladas rígidas y persistentes. Desde luego la especie hace honor a su epíteto específico en varias partes de su morfología.

Como sorpresa final, un ejemplar en flor a finales de diciembre, aunque la época de floración habitual sea el verano. Como para tantas otras especies, la principal amenaza para la zanahoria marítima es la presión urbanística sobre nuestras costas: dejo aquí el enlace donde se exponen los peligros en el Mar Menor murciano.

Feliz año para todos los lectores. 

viernes, 21 de diciembre de 2018

La lagartija andaluza (Podarcis vaucheri)

Entre los reptiles incluidos en lo que se conocía tradicionalmente como lagartija ibérica se encuentra la lagartija andaluza (Podarcis vaucheri). Se trata de un lacértido repartido desde la costa de Huelva hasta algunas comarcas de Granada y Jaén, incluyendo algunas zonas del sur de Castilla-La Mancha y norte de África.

Este ejemplar lo vimos en las cercanías de la Cueva de la Pileta, en la Serranía de Ronda. Es una zona de rocas calizas con matorrales termófilos como los de la imagen, compuestos por palmitos, acebuches, retamas, lentiscos, matagallos, etc.

Aquí tenemos otro macho: destacan el color verde del dorso, que está manchado irregularmente por el centro (sin llegar a formar una línea vertebral), así como la presencia de líneas dorsolaterales discontinuas también de tono verdeamarillento.

Lo fotografiamos entre las peridotitas de Sierra Bermeja, en una zona rocosa entre pinsapos y pinos resineros, a más de 1.000 m de altitud. En general es una especie abundante y bien representada en toda su área de distribución.

(Recuerdo que el verano de 2010 fue la época de mayor "fiebre"... estaba verdaderamente afectado: muy obsesionado y bastante confuso. Con la justificación de buscar algunas especies vegetales recorría algunos rincones de las serranías malagueñas y así sudaba y me olvidaba del tema. Eso sí, entre unas cosas y otras tenía un buen tipo, no como ahora. Las plantas no aparecían casi nunca -o se encontraban ya semicalcinadas, en pleno verano andaluz-, pero las lagartijas siempre se dejaban ver y de alguna manera me hacían compañía, en medio del calorazo. A esas horas ya no quedaba "nadie" más por allí, como es normal.

Y no solamente la andaluza, sino especialmente esta otra: la lagartija colilarga (Psammodromus algirus), presente desde los bosques de Los Alcornocales hasta las cumbres de la Serranía de Ronda. Este ejemplar, en esta última Serranía, reposaba sobre una mata en flor de Bupleurum spinosum.

Quién sabe porqué estaba ahí subida: tal vez atraída por los insectos que pudieran acercarse a las flores. A la vuelta del verano abrí el blog.)

jueves, 13 de diciembre de 2018

Las espadañas (menudo puro)

Vamos a dedicar una entrada a las espadañas (género Typha). Se trata de un género fácil de identificar, si bien la separación entre especies plantea algunos problemas. Son plantas herbáceas perennes, con tallos erectos y rizomas horizontales que presentan largas hojas lineares y envainadoras (con una vaina que rodea al tallo). Las flores se presentan en inflorescencias terminales separadas (arriba las flores masculinas y abajo las femeninas).

Se encuentran siempre cerca del agua y en España viven tres especies: Typha latifolia, T. angustifolia y T. domingensis.

Nos centraremos en los macrocaracteres más importantes que hay que estudiar para asegurar la correcta identificación de las especies, que son estos tres: inserción de la hoja en el tallo, presencia de glándulas en la cara interna de hoja y características de la inflorescencia femenina (lo que se conoce habitualmente como el puro).

Comenzamos con Typha latifolia, una especie muy conocida. Esta espadaña es la única que tiene las inflorescencias juntas, una a continuación de la otra (en las otras especies existe una separación evidente -y variable- entre las flores masculinas y femeninas). El puro es de color marrón oscuro o negro, una vez maduren las flores; este es el aspecto que presenta un ejemplar en julio en La Coruña, con las flores masculinas ya pasadas.

Este otro ejemplar de Lugo todavía tiene las flores verdes.

Como indica su nombre, lo de "latifolia" viene por disponer de unas hojas más anchas que las otras dos especies ibéricas: hasta 25 mm, frente a los 5-15 de T. angustifolia o los casi 10-20 mm de T. domingensis.

Las hojas son auriculadas y carecen de glándulas en su interior. Es una especie que se identifica sin problemas y se separa con facilidad de sus otras dos parientes.

Inflorescencia femenina parcialmente abierta de Typha latifolia. Las flores carecen de bractéolas y destaca el aspecto con forma de lengua de los estigmas, de color marrón oscuro, en el extremo final de las flores.

Vista de una población de T. latifolia a finales de verano. En general, es una especie con un aspecto más contundente o menos estilizado que las otras dos espadañas. Está bien representada a lo largo y ancho de toda la Península e islas Baleares. Vive en multitud de medios permanentemente inundados: orillas de ríos y arroyos, charcas, lagunas, etc., donde se presenta en forma de rodales.
 
Aspecto de una magnífica población en la Laguna de Cospeito, en Lugo.
 
En este carrizal de Costa da Morte (La Coruña) fotografiamos a la segunda especie: Typha angustifolia, la más rara de nuestras espadañas. La diferencia más evidente entre las dos siguientes especies con respecto a la anterior es, como ya se ha mencionado, la separación que existe entre las flores masculinas y las femeninas, además de una apariencia general más grácil.

Vista de las flores de Typha angustifolia de la población anterior en el mes de julio. Los puros son de un color café con leche (o chocolate), en general no tan oscuros como en la especie precedente, y significativamente más estrechos (ojo porque el color puede variar en función de la madurez de las flores y, en las fotos, de las condiciones de luz existentes en el momento de hacerlas).

Otra población de Typha angustifolia, también coruñesa, con el puro algo más claro.

Aunque según anthos.es esta espadaña aparece irregularmente repartida por buena parte del territorio peninsular, hay que tomar con precaución esta distribución, pues muchas veces se ha confundido con la siguiente especie. Es la más escasa de las tres, sin lugar a dudas. Según Santos Cirujano suele estar presente en los humedales pertenecientes al piso de vegetación supramediterráneo (el del roble melojo), en aguas más frescas (y, desde luego, sin contaminar). Entendemos que se refiere principalmente a la distribución en el centro del país (las fotos mostradas de las poblaciones gallegas se encuentran casi a nivel del mar).

Detalle de una de las plantas de la población anterior, donde se aprecia la separación entre la parte masculina y la femenina.

Interior de la inflorescencia femenina. Al abrir la flor se aprecian varias cosas: en primer lugar, la importante presencia de pelos en el raquis de las flores, lo que le proporciona al fruto ese aspecto plumoso que le ayuda a "volar" y desplazarse cuando madura; en segundo, la presencia de los estigmas (de color marrón rojizo) en el extremo de las flores y, bajo los anteriores, las bractéolas de color marrón y los carpodia (ver la siguiente especie).

Detalle de una bractéola en el centro de la imagen (a la izquierda, varios estigmas). Cada flor puede llevar varias bractéolas filiformes que se ensanchan en el ápice, que en T. angustifolia se caracteriza por ser de color oscuro y obtuso: este carácter, que no es fácil de ver ni siquiera con lupa, es relevante para poder diferenciarla de T. dominguensis.

Hojas de Typha angustifolia que, como su nombre indica y ya se ha mencionado, son mucho más estrechas que las de T. latifolia.

Son auriculadas, lo que significa que en la parte que abraza al tallo presentan este ensanchamiento con aspecto de "orejita" (con el borde membranoso y color herrumbre) que muestra la fotografía.

Cara interna de la hoja de Typha angustifolia, donde se aprecia bien la aurícula y el aspecto interior de la vaina. En esta especie la presencia de glándulas mucilaginosas (de aspecto oxidado) se limita a los laterales (en caso de que aparezcan), pero no al centro del interior de la vaina.

Aspecto externo de la hoja auriculada de otro ejemplar de Typha angustifolia...

... e interno, sin glándulas.

La tercera especie es Typha domingensis. Destaca por sus inflorescencias separadas y el puro de color canela, en general más grueso y claro que en T. angustifolia.

Detalle del extremo del puro de Typha domingensis. Es una especie abundantísima, presente en toda la Península, Baleares y Canarias, que coloniza con rapidez humedales someros y otras zonas lacustres, donde forma extensas manchas. Adaptada a aguas contaminadas, desplaza a las otras especies allí donde la calidad de las aguas es mala. Se puede hibridar con las otras espadañas (bueno, en realidad las tres especies pueden hibridarse entre sí).

Aspecto general de las inflorescencias ya pasadas. Fotografía correspondiente al mes de agosto en las proximidades del Desfiladero de los Gaitanes, Málaga.

A diferencia de T. angustifolia, las hojas habitualmente no son auriculadas (a veces algunas hojas superiores pueden presentar dos aurículas asimétricas). Es decir, aunque también se produce un engrosamiento de la hoja al abrazar al tallo, dicha extensión se produce de una manera paulatina, sin que se llegue a formar la aurícula.

Aspecto de las hojas basales de T. domingensis en agosto (Granada). La presencia (o ausencia) de hojas auriculadas hay que hacerla en las hojas superiores, no en la parte inferior de las plantas.

Otro ejemplar de Typha domingensis mostrando la ausencia de aurículas en las hojas.

Interior de la hoja: está completamente cubierta de glándulas mucilaginosas, tanto por los laterales como por el interior de la vaina. Esta es una diferencia significativa que hay que comprobar para diferenciar a las dos últimas espadañas.

Inflorescencia de Typha domingensis, tras abrirla para ver su contenido. Como en el caso de T. angustifolia, las flores de esta especie también presentan bractéolas, aunque de un color y forma algo distintos.

Partes de la flor de Typha domingensis: 1. Bractéolas (la de la derecha tiene por detrás un estigma que no debe confundirse con la punta de la propia bractéola), traslúcidas y con algunas células de color naranja. 2. Carpodium: estructura traslúcida con forma de porra, más grande que las bractéolas, presente en las tres especies de espadañas; probablemente proceda de alguna célula embrionaria modificada, aunque su función no está clara. Es importante conocer su existencia, sobre todo porque puede confundirse con las bractéolas. Inexplicablemente, buena parte de la bibliografía no suele mencionarla en las descripciones de la flor cuando se presenta el género Typha. 3. Ovario de forma fusiforme.

Como indicábamos, desde el punto de vista taxonómico tiene interés la forma y el color de la bractéola: en T. domingensis son traslúcidas, de color anaranjado y acuminadas (terminadas en punta). Estas dos características sirven para diferenciarla de T. angustifolia. Insisto en la presencia de los carpodia (plural de carpodium): estas estructuras están presentes en las tres especies y son susceptibles de ser confundidas con las bractéolas.

Typha domingensis es la especie más resistente a la contaminación y tolera (incluso coloniza) aguas altamente eutrofizadas. No es el caso de la imagen, pues se trata de una población que vive en la cuenca alta del Manzanares, en la rampa serrana de la Sierra de Guadarrama. Aspecto a finales de septiembre.

Puros de T. domingensis abriéndose y dispersando los frutos en el mes de enero, en pleno invierno, en otra población de la Sierra de Guadarrama. Como es conocido, al madurar los frutos (con aspecto de pelusa blanca) el viento los dispersa a distancias considerables, por lo que esta especie puede terminar colonizando prácticamente cualquier zona con presencia constante de agua, aunque esta sea de baja calidad.
 
Por ejemplo, en Madrid la hemos visto crecer profusamente en una pequeña zona encharcada en un parque urbano. Aquí vemos a una de estas espadañas capitalinas con las flores todavía sin abrir, en el mes de junio.
 
Finalizamos con una fotografía resumen que muestra a los tres puros en verano, para que el lector pueda hacerse una idea del color, grosor y aspecto general de los mismos, siendo de izquierda a derecha:

1. T. latifolia
2. Typha domingensis
3. Typha angustifolia
 
 

miércoles, 5 de diciembre de 2018

Zarzamoras del Valle del Lozoya en otoño

Con la excusa de mostrar algunas de las zarzamoras (género Rubus) del Valle del Lozoya (Madrid), vamos a aprovechar para publicar además algunas fotos de sus hábitats y especies acompañantes, pues estamos en el valle más amplio, bonito y variado de la Sierra de Guadarrama, a finales de noviembre.

Recorremos un tramo del valle comprendido entre los 1.200 y los 1.500 m de altitud. Las principales unidades de vegetación son las praderías húmedas con bosques caducifolios (saucedas, choperas, tembledas, abedulares...) próximos al río, los melojares y los pinares de pino silvestre.

Comenzamos con una especie bien representada en la Sierra de Guadarrama: Rubus lainzii. Tiene los dos folíolos inferiores sentados (sin "pecíolo"), muchas veces montados sobre los superiores. El turión (el tallo del año) presenta diminutas glándulas por todas sus caras.


Porte de un gran ejemplar de chopo y vista de una chopera en las inmediaciones de Rascafría.

Detalle de las hojas otoñales del chopo (Populus nigra).

Saucedas en la primera banda de vegetación del río.

Junto al río encontramos a la segunda especie: Rubus brigantinus.

Aspecto de las hojas y el tallo de Rubus brigantinus.

El turión es de sección angulosa y está cubierto de glándulas estipitadas (con pie); son característicos la presencia de múltiples acúleos (las espinas, para entendernos) de diferentes tamaños.


Salix triandra, uno de los sauces presentes en la zona.

Frutos de Clematis vitalba, una trepadora clásica en estos bosques galería.

Otro sauce: Salix purpurea.

En este rincón hallamos a Rubus vigoi.

Rubus vigoi es una zarza parecida a R. ulmifolius, pero con el turión de sección angulosa y menor diámetro, de color rojizo o verdoso y casi sin pelos. Folíolo terminal elíptico u ovado, con el margen ondulado. Sin glándulas.

Otro habitante típico de los setos: el bonetero (Euonymus europaeus). Todavía quedan "bonetes" con semilla en su interior.


Un grupo de jóvenes temblones (Populus tremula) y hojas de esta especie.

Lo que queda del yezgo (Sambucus ebulus) a estas alturas de año.

Rubus castellarnaui: tiene el haz peloso, el folíolo principal ovalado y los dientes principales del margen mirando hacia la base de la hoja.

Esta especie tampoco presenta glándulas y su turión es bastante fino: 4-5 mm de diámetro.
 
Abedules formando parte del bosque de ribera.
 
Terneretes disfrutando de un descanso en el prado, delante de más abedules.


En el borde de este bosque mixto de pinos y melojos encontramos a Rubus praecox.
 
Aspecto de las hojas de Rubus praecox.

Tallo de Rubus praecox, que presenta pelos simples y estrellados, de sección angulosa. Acúleos más fuertes y de sección más ancha que en R. vigoi.

Envés tomentoso de las hojas. Folíolo terminal ovado y de base redondeada.
 

En otro hueco del bosque aparece la más común de nuestras zarzamoras: Rubus ulmifolius.

Hojas y tallo de Rubus ulmifolius.

El turión es muy grueso, de color morado, pruinoso y cubierto de diminutos pelos estrellados, especialmente cerca de la base de las espinas, lo que le da esta apariencia sedosa.

Para finalizar, encontramos a Rubus radula, junto al camino que asciende por el pinar de pinos silvestres.

Aspecto de la hoja de esta especie, así como del envés tomentoso de la misma.

Rubus radula, a diferencia de las cuatro últimas zarzas mostradas, sí tiene glándulas a lo largo del turión, que es de sección acanalada. Asimismo, lo tiene cubierto de pequeñas cerdas que proporcionan un tacto áspero al tocarlo.