jueves, 28 de febrero de 2019

Primeras flores del almendro silvestre (Prunus webbii)

La semana pasada aparecieron las primeras flores en uno de los almendros silvestres (Prunus webbii) que tengo en casa. Provienen de semillas recogidas en la cuenca del Algodor y sembradas hace seis años: es la primera vez que florecen.

Aunque todavía son pequeños, ya tienen el fenotipo característico de la especie (arbustivo y muy ramoso, con ramas divaricadas, algunas espinosas). De las flores lo único que indica Pignatti (La Flora d'Italia) es que los pétalos miden 10 mm, siendo más pequeños que en el almendro cultivado.

jueves, 21 de febrero de 2019

Las peonías ibéricas

Seguramente las peonías tienen las flores más grandes (hasta 15 cm de diámetro) y llamativas de la flora ibérica (si exceptuamos a los nenúfares y, desde luego, a otras tantas plantas hortícolas y exóticas). En España convivimos con cinco especies silvestres, a las que daremos un repaso.

La peonía o rosa albardera más conocida y extendida es esta, Paeonia broteri, que se encuentra grosso modo en la mitad oeste del país (faltando en el norte y casi toda Galicia): acompaña principalmente a encinas, alcornoques o, como en la imagen, a melojos (Quercus pyrenaica) y fresnos en El Escorial (Madrid).

Las peonías son plantas herbáceas vivaces que renuevan la parte aérea cada temporada. Los brotes proceden de un rizoma subterráneo e inicialmente salen teñidos de rojo (color que mantienen parcialmente en algunas partes de tallos y hojas el resto del año).

Grupo de peonías poco antes de la floración. Destaca el aspecto hojoso de las plantas, puesto que en algunas especies (Paeonia broteri y P. officinalis) las hojas inferiores presentan muchas divisiones. En realidad se trata de hojas simples pero divididas en tres partes (ternadas), que, a su vez, se dividen en otros tres segmentos (por lo que se denominan biternadas); en algunas especies estos segmentos pueden volver a dividirse en más lóbulos.

Flores completamente abiertas de Paeonia broteri en mayo, en la cuenca del río Guadarrama, entre fresnos y quejigos. La floración acontece entre abril y junio.

Detalle de los estambres (con filamentos blanco-amarillentos) y carpelos de P. broteri: estos últimos están cubiertos de pequeños pelos (vilosos) y aparecen en grupos de 2 a 6. Tras la fecundación de las flores se formarán los frutos (polifolículos).

Una peonía muestra las semillas de sus folículos, ya plenamente abiertos, en noviembre, entre los roquedos graníticos de la Sierra de Hoyo. Los tallos se secarán completamente en breve, aunque la especie rebrotará en la siguiente primavera.

Detalle de los frutos (cubiertos por un denso indumento), todavía con varias semillas.

La segunda especie es Paeonia cambessedesii, un endemismo balear (exclusivo de Mallorca, Menorca y Cabrera). Su flor presenta esta coloración rosada, aunque también pueden ser más oscuras. Es la primera de nuestras peonías en florecer, pudiendo comenzar durante el mes de marzo.

Con la flor recién pasada, vemos en detalle los carpelos y estambres. Los primeros son glabros y aparecen en número variable, entre 5 y 8, dando lugar a los folículos más estrechos de todas las especies ibéricas.

Otro ejemplar de Paeonia cambessedesii con los folículos ya completamente formados en junio.

P. cambessedesii vive desde casi el nivel del mar (30 m) hasta los 1.400 m en la Sierra de Tramontana mallorquina, en terrenos abiertos, rocosos (calizas) y exposiciones de umbría, aunque en esta ocasión fotografiamos una población del sur de Menorca formando parte del sotobosque de un encinar, donde las jóvenes peonías quedan parcialmente a resguardo del potente sol veraniego bajo el dosel arbóreo.

Aspecto del envés de una hoja de P. cambessedesii: sin pelos, con color púrpura y los nervios bien marcados.

Vistas del interior del bosque de encinas o alsinas (Quercus ilex subsp. ilex) mencionado.

Detalle de los folículos de P. cambessedesii, alguno de ellos ya abierto, en los que se aprecia las tres clases de semillas que poseen los frutos de este género: negras y rojas (las viables) y, con un tono púrpura y de menor tamaño, las vanas.

La tercera especie es Paeonia coriacea, que aquí fotografiamos (arriba) creciendo junto a P. broteri (abajo): nótese la diferencia entre ambas especies (divisiones de las hojas, frutos y tonalidad del verde, más oscuro en la segunda).

Aspecto en julio de las hojas (que presentan los segmentos inferiores de forma oval u oval-lanceolada) de P. coriacea, con envés glabro y de color glauco, y el fruto: en este caso los folículos son glabros y se reúnen en grupos de 2-3.

El fruto poco antes de madurar y abrirse adquiere este nuevo color.

Hábitat de Paeonia coriacea en la Sierra de las Nieves (Málaga), donde crece en las orlas de encinares-quejigares acompañados de pinsapos (Abies pinsapo) y pinos. La especie vive en ciertas montañas de Andalucía Oriental (con algunas poblaciones adicionales hacia el occidente de la región), ascendiendo hasta los 2.000 m de altura siempre sobre rocas calizas.

Así de espectacular resulta la apertura de los folículos maduros de Paeonia coriacea a finales de agosto, destacando el rojo brillante de sus semillas sobre el tono verde-azulado de las hojas.

La penúltima especie es Paeonia officinalis (subsp. microcarpa), que hemos traído al blog varias veces, por ser una especie muy llamativa (y no tan abundante como P. broteri, al menos en Madrid).

La especie se caracteriza -entre otras cosas- por tener divisiones muy estrechas en las hojas inferiores, de 1-2,5 cm de ancho.

Vista de otro ejemplar de Paeonia officinalis en flor en la Sierra de Cazorla, a principios de mayo. Destaca el tono fucsia de sus pétalos y la presencia de un número bajo de carpelos, glabros.

Repartida fundamentalmente por el centro y norte de la Península, en Madrid la hemos fotografiado en la falda de la Sierra de Guadarrama, en esta fresneda adehesada (donde convive con P. broteri), en este caso sobre sustrato ácido, si bien la especie también vive sin problemas en los quejigares calizos del este de la región (Valle del Tajuña).

Vistas de los segmentos que forman las hojas por el envés: están cubiertos de pelos, por lo que adquieren esta tonalidad apagada.

Hábitat en el interior de Guadahornillos (Sierra de Cazorla, Jaén), donde P. officinalis acompaña a pinares de laricio y bosques mixtos a unos 1.500 m de altitud, sobre suelos básicos.

La quinta y última especie es Paeonia mascula (subsp. mascula): comparte con la anterior el tener el envés de las hojas pubescente (al menos junto a los nervios). En imagen se muestran sus otras características diferenciadoras: pocos carpelos (2-5), blanquecinos por estar cubiertos de pelos y filamentos de los estambres de color púrpura.

Otra imagen de P. mascula con los frutos ya formados: son densamente vilosos y arqueados. Aparece en bosques de ribera u otros caducifolios, sobre cualquier tipo de sustrato. Es la más escasa de nuestras peonías, pues hasta la fecha solamente se ha encontrado en Soria, Cantabria y León.

jueves, 14 de febrero de 2019

Las espireas o palillas (género Spiraea)

Hoy presentamos a unos interesantes arbustos caducifolios de hojas simples, con pequeñas flores que se reúnen en densos grupos terminales o laterales y fruto en folículo, pertenecientes a la familia de las rosáceas: las espireas, palillas o varas de San José (género Spiraea). Se trata de un género bien conocido por ser muy empleado en jardinería, pero destacaremos a las especies que crecen de forma natural en nuestros montes.

La especie más extendida en nuestro país es Spiraea hypericifolia subsp. obovata, un arbusto que no llega al metro de altura y que podemos encontrar desde el interior de Galicia hasta el Sistema Ibérico, pasando por el sur de la Cordillera Cantábrica, los Montes Vascos y que alcanza el prepirineo navarro y oscense, donde ya es muy rara.

La especie florece en primavera: en este caso, en la Montaña Palentina, encontramos varios ejemplares en plena floración a finales de mayo. En cotas inferiores puede empezar a florecer hasta un mes antes.

Hojas de Spiraea hypericifolia: son obovadas o de contorno casi triangular (como en esta foto), cuneadas en la base y con 3-7 dientes en el borde superior; poseen nervios longitudinales ramificados, lo que les aporta apariencia reticulada.

Porte de Spiraea hypericifolia. En la Península Ibérica vive preferentemente sobre sustratos rocosos calizos, como el que se muestra aquí, entre los 300-1.800 m de altitud.

Spiraea hypericifolia acompaña a espinares y otros matorrales en los bordes y huecos de los bosques, tanto de hoja perenne (encinares, enebrales, pinares), marcescente (quejigares) o -más raramente- caduca. Imagen de su hábitat en la Montaña Palentina.

Ejemplo de otra población que crece en un claro próximo a un pinar del páramo palentino.

Son arbustos inermes que conviven con madreselvas, morrioneras, serbales, agracejos, bojes, quejigos, rosales silvestres de diversas especies, coronillas, guillomos, enebros, etc.

Hábitat de S. hypericifolia en Las Tuerces (Palencia).

Vista de las inflorescencias laterales, con las flores ya pasadas y los frutos formándose: son de tipo umbeliforme, sentadas (es decir, sin pedúnculo) y llevan varias hojas en la base.

Frutos ya completamente formados: se trata de folículos que terminan en una especie de punta (restos del estilo). Son un tipo de fruto seco, lo que supone una rareza dentro de las rosáceas.

En La Rioja fotografiamos a otra palilla con esta curiosa agalla.

En esta población riojana (cerca de Enciso, en la ruta de las icnitas), Spiraea hypericifolia crece sobre arenas y otras rocas sedimentarias a unos 750 m de altitud, en un ambiente mucho más térmico que los anteriores, acompañando a espinos de tintes, Sideritis pungens y otros pequeños arbustos espinosos, lo que da idea de la plasticidad ecológica de la especie.

La segunda especie nativa de España es la espirea crenada o de hoja pequeña (Spiraea crenata subsp. parvifolia), mucho más rara que la anterior: de hecho, es una especie muy amenazada, por conocerse apenas cinco poblaciones (con poco más de cien individuos en total) en el prepirineo (Lérida, Huesca y Barcelona). Es un arbusto alto que puede alcanzar los 2 m de altura. Posee hojas de tamaño y forma muy variables, cuneadas en la base y, como sugiere su nombre, crenadas en la parte superior (solamente las más anchas, como las de esta fotografía). Una característica que la distingue de S. hypericifolia es que sus hojas están recorridas por tres nervios paralelos muy marcados que nacen en la base del limbo.

La otra diferencia más llamativa con la especie precedente hay que buscarla en la inflorescencia: en el caso de Spiraea crenata se trata de unas inflorescencias largamente pedunculadas, como muestra la foto, tomada a finales de julio.

Vistas del hábitat de la especie en los alrededores de Caserras del Castillo, Ribagorza, Huesca: bordes de carrascales y quejigares entre los 600-700 m de altitud.

Los ejemplares de Spiraea crenata los encontramos gracias a las referencias que me facilitó en su día José Vicente Ferrández (su descubridor en Aragón a finales de la década de los noventa), por lo que desde aquí le hago llegar mi agradecimiento.

Aunque las poblaciones catalanas se asientan sobre margas y calizas, la población aragonesa crece sobre ofitas, unas curiosas rocas ígneas de color oscuro, compuestas por minerales ricos en hierro y magnesio.

Otra vista de los quejigos próximos a Caserras del Castillo y de la excursión que hicimos hace ya unos cuantos años para ver a las espireas crenadas (aun no comprendo cómo pude engañar a Miguel para que me acompañara en pleno verano a pasar calor y pincharnos con las ramas y espinas de la vegetación circundante: quede esta foto como mudo testigo de aquella jornada memorable).

Aparte de las dos especies que crecen silvestres en España, varios taxones de este género se utilizan en jardinería como arbustos ornamentales. Esta foto corresponde Spiraea salicifolia, la espirea de hoja de sauce, caracterizada por sus inflorescencias en forma de panículas más o menos cilíndricas y flores de pétalos rosas. Se encuentra asilvestrada en Segovia.

En los jardines de Aranjuez fotografiamos a Spiraea x arguta, un híbrido que proviene del cruce de las dos especies nativas españolas (de sus razas tipo, no de las subespecies ibéricas). También corresponde a esta especie la primera foto del reportaje.

Una especie fácil de identificar es Spiraea japonica, de flores rosas e inflorescencias en forma de corimbos compuestos.

Finalizamos con Spiraea nipponica, otra palilla proveniente de Japón, que mostramos por ser más rara que otros cultivares ornamentales.