viernes, 30 de marzo de 2018

Otra temporada de siembra


Otro hecho destacable de finales de marzo es que marca el inicio de la temporada de siembra: este año he adquirido semillas de una docena de especies (conservadas en el frigorífico hasta ahora, para que no pierdan poder germinativo), de las que presentamos a continuación algunas de ellas (de las semillas o de las plantas ya desarrolladas). Arriba, semillas de peonía (Paeonia officinalis), una de las especies seleccionadas.

Ejemplar de Paeonia officinalis en una dehesa de fresnos próxima a Cerceda (Madrid), en flor en mayo. Este sitio me lo descubrió Miguel DC y esta primavera deberíamos volver para hacer fotos de las variadas especies que allí se encuentran.

Estas "galletitas" son en realidad semillas de Aristolochia clematitis, una especie sarmentosa que en España habita en contadas localidades del litoral mediterráneo y Baleares.

Ejemplar de Aristolochia clematitis fotografiado en Menorca, en el mes de junio. Se trata de una especie que se ha cultivado históricamente en buena parte de Europa por sus propiedades medicinales. Crece en las orillas de humedales, ramblas o bosquetes ribereños.

Hojas (envés) y frutos de Aristolochia clematitis. Los frutos son cápsulas de forma ovoide, aunque los de la fotografía están casi secos, por lo que su tamaño puede ser notablemente mayor.

Otra aristoloquia también distribuida en nuestro país por el noreste y Menorca: se trata de Aristolochia rotunda. Las semillas son mucho menores a las de la especie anterior. Esta aristoloquia crece en lugares pedregosos y más secos que su pariente.

Semillas de otra especie muy interesante: se trata de Tetraena alba (antes Zygophyllum album), una matita de 40 cm que crece en los saladares de contadas localidades europeas. En España únicamente se cita en el Delta del Ebro (Tarragona). En este enlace algunas fotografías de la especie: porte, flores y los curiosos frutos (con cinco lóculos y valvas) de los que proceden las semillas.

Esta especie ya la habíamos mostrado en alguna ocasión: se trata de Helicodiceros muscivorus, también fotografiado en Menorca. Crece cerca de la costa entre las grietas de las rocas calizas: aquí más fotos de José Quiles de las flores de la especie (también denominada Dracunculus muscivorus). A finales de junio ya tiene los frutos maduros y se aprecian las semillas de color naranja en su interior.

Otra de las especies sembradas ha sido el oroval Withania somnifera, un arbusto de la familia de las solanáceas fotografiado en esta ocasión en Mallorca, en junio: en esas fechas los frutos todavía están cerrados, como puede apreciarse. De las semillas no hice fotos, pero si piensan en las semillas de su variedad favorita de tomate, no andarán muy descaminados.

Y por último, un arbusto procedente de Canarias: Aeonium canariense, si bien el ejemplar de la foto se localiza en la costa granadina, en Almuñécar (en plena floración en el mes de enero, por cierto).

Las semillas deben sembrarse al doble de profundidad de su longitud (aproximadamente) y mantenerse en un espacio sombreado (alejado de la luz directa del sol) hasta su nascencia; asimismo, su sustrato debe mantenerse húmedo en todo momento, aunque no encharcado. En el caso de semillas muy pequeñas (por ejemplo, las del Aeonium canariense, que parecen granitos diminutos de arena) basta con distribuirlas sobre la tierra húmeda y presionarlas ligeramente con el dedo, para que queden adheridas a la misma.

Y como última recomendación general, cubrirlas con alguna red u otro tipo de defensa similar para evitar que los mirlos y otros visitantes alados del jardín levanten la tierra (con las semillas o las plantitas ya nacidas) mientras buscan lombrices entre los tiestos y semilleros.
 

sábado, 24 de marzo de 2018

Un paseo por los jardines de Aranjuez


Última entrada correspondiente al invierno: en este caso aprovechamos una visita a Aranjuez a comienzos de marzo para pasear por sus jardines históricos y fotografiar algunas de sus especies.

Un clásico de los jardines históricos y con solera: las hojas del acanto (Acanthus mollis).

Estamos a menos de 500 msnm y en plena ribera del río Tajo. Bosques de álamos blancos divisados desde los jardines.

Un olmo (Ulmus minor) todavía sin hojas, otro de los componentes de los bosques galería.

Flores en marzo de Lamium purpureum.

También comienza a formar las inflorescencias el aladierno (Rhamnus alaternus), una especie autóctona que se emplea en jardinería y se asilvestra esporádicamente junto a las orillas del río.

En la misma orilla también vemos a estos narcisos en flor.

Más autóctonas en flor, en este caso un tejo (Taxus baccata).

El mirto (Myrtus communis) presenta una apariencia un tanto sosa, sin flores ni sus llamativos frutos.

En cambio algunos ruscos (Ruscus aculeatus) conservan todavía algunos frutos...

... y los durillos (Viburnum tinus) han comenzado a florecer.

Posiblemente se trate del roble de Hungría, Quercus frainetto, que ha mantenido algunas hojas completamente verdes durante todo el invierno.

Muchas otras especies autóctonas ibéricas se emplean en los jardines con fines ornamentales: laureles, almeces, madroños, acebos, fresnos de flor, loros (Prunus lusitanica) o hiedras como las de la imagen, por citar algunas.

Las ardillas rojas son muy comunes.

Un membrillero del Japón (Chaenomeles japonica) en flor, en este caso con las flores blancas.

La hierba de las golondrinas (Chelidonium majus) creciendo junto a un muro.

Vinca minor formando parte del sotobosque del jardín.

Otra autóctona de hoja perenne muy empleada en jardinería, el boj (Buxus sempervirens).

Setos con fresnos, chopos, cornejos, arces menores, majuelos y otras especies de hoja perenne...

... como los ruscos, durillos, laureles, etc.

Otra especie que comienza ahora a florecer, la pamplina (Stellaria media).

Un pato criollo buscando bulbos.

Aligustre (Ligustrum vulgare) que tampoco llega a perder las hojas del todo en invierno. Al menos aquí, en el sur de la Comunidad de Madrid.

Los característicos troncos del plátano de paseo (Platanus hispanica), una especie híbrida cuyo origen pudiera estar en estos mismos jardines cerca del s. XVIII.

Durante el mes de marzo y en el sur de la región, los almendros ponen la nota de color más llamativa entre las austeras retamas de bolas.

La efedra (Ephedra nebrodensis) comienza a formar sus flores en esta misma época.

Los aljezares (terrenos yesosos) están poco animados durante el invierno, pero aun así aprovechamos para fotografiar a algunas especies más características:

Helianthemum squamatum

Primeros brotes de Thymus lacaitae.

Herniaria fruticosa


Y terminamos con las ramas y flores del almendro.



miércoles, 14 de marzo de 2018

La campanilla de invierno (Galanthus nivalis)


La aparición de las pequeñas flores de la campanilla de invierno (Galanthus nivalis) es uno de los indicadores clásicos de que el invierno termina y la primavera está en ciernes. Se trata de un pequeño geófito que brota y florece simultáneamente, con dos hojas acintadas y una flor blanca en el extremo del escapo.

Aquí se aprecian los tépalos (los internos con una mancha verde característica) y la espata (bráctea que contiene a la flor antes de que ésta aparezca) de esta especie. En España la campanilla de invierno habita en bosques caducifolios, de ribera y, en general, hábitats húmedos y umbrosos en algunas serranías aragonesas y otras del noreste peninsular.

Así que florecen los Galanthus y continúa lloviendo: qué bien.
 

sábado, 10 de marzo de 2018

Flora amenazada: Echinospartum algibicum


Hacemos un paréntesis en el invierno para mostrar un arbusto amenazado de nuestra flora que florece en verano; para ello nos vinimos a su única población conocida, que se encuentra en la Sierra de Grazalema (Málaga). Al fondo, uno de los picos calizos que caracterizan a esta serranía.

Nos estamos refiriendo al erizón Echinospartum algibicum, una leguminosa arbustiva que puede alcanzar los dos metros y medio de altura y florece por junio-julio. Aunque en Grazalema predominen mayoritariamente las rocas calizas, la especie crece entre las grietas de este afloramiento de areniscas, ocupando una extensión de apenas tres hectáreas. El aspecto de su hábitat recuerda, por tanto, al parque natural de Los Alcornocales (del que estamos, literalmente, a un paso).

Apenas 200 ejemplares de Echinospartum algibicum sobreviven en la zona. Comparten medio con alcornoques y sus matorrales de sustitución: varias especies de cistáceas (jaras pringosas, como las que se observan al fondo de la fotografía, Cistus populifolius, Halimium halimifolium; de brezos: Erica australis, E. umbellata; otras leguminosas arbustivas, etc.).

Echinospartum algibicum habita entre los 750-800 metros de altitud. Es muy parecido a otro erizón que vive sobre suelos silíceos (cuarcitas y granitos) del centro y noroeste peninsular: E. ibericum. Al margen de que sea imposible confundir las dos especies por localizarse en zonas disyuntas, una de las características que señala Flora Iberica para distinguirlas es que las plantas de la primera especie presentan un aspecto "blanco seríceo durante la floración", mientras que las segundas mostrarían un tono ceniciento-verdoso.

La única población conocida tuvo que ser cercada a mediados de los años noventa para protegerla de la acción del ganado caprino, que ramoneaba hasta la extenuación los brotes de los erizones, impidiendo la floración de la especie e incluso su desarrollo vegetativo.

Aspecto de las ramas y espinas (opuestas en ambos casos) de Echinospartum algibicum; en julio ya han perdido buena parte de sus hojas (que son trifoliadas), pero podemos observar su floración: las flores se reúnen en inflorescencias densas en grupos de 4-8. El cáliz es densamente seríceo, al igual que buena parte de la corola (dorso del estandarte, quilla y parte de las alas).