sábado, 30 de abril de 2011

La floración primaveral del ojaranzo (Rhododendron baeticum)


De vuelta en abril a Los Alcornocales (Cádiz) para ver y fotografiar la floración primaveral de los ojaranzos (Rhododendron ponticum subsp. baeticum o Rhododendron baeticum). Las especies arbóreas (alisos y quejigos morunos) que forman los bosques galería o canutos ya han recuperado la hoja, creando el ambiente sombrío donde prosperan estas ericáceas. Como ya se mencionó, por el canuto ascenderán los vientos que vienen cargados de humedad desde la costa, aportando así agua al medio a través de lo que se denomina precipitaciones horizontales, que garantizan una presencia de humedad alta y estable durante todo el año.

 Vista de la entrada al canuto, con los alisos en el cauce y los quejigos más alejados del agua, por encima de los anteriores.

Aliseda (Alnus glutinosa) con ojaranzos, adelfas, avellanillos, helechos, cárices, hiedras y zarzamoras.

 Inflorescencia abierta del ojaranzo en abril.

Rhododendron baeticum

A los quejigares de Quercus canariensis les acompañan varias especies de cistáceas, labiadas, ericáceas y leguminosas arbustivas, pero llama la atención la presencia de algunos brezos (Erica arborea) que, sin llegar a alcanzar las dimensiones que adquieren en el monteverde canario, superan los dos metros de altura.

 Aspecto primaveral del quejigal moruno.

 Quercus canariensis

Envés de las hojas nuevas de Quercus canariensis, ya cubiertas por mechones de pelos.

Brezos (Erica arborea, a la derecha) que superan los dos metros de altura, en el quejigar.

Otras especies con hojas lauroides, grandes, alargadas, perennes y brillantes, como los ojaranzos, contribuyen a formar estos restos de laurisilvas peninsulares, como laureles, madroños, labiérnagos o durillos (Viburnum tinus, algunos pies en flor).

 Durillo (Viburnum tinus).

Floración de Viburnum tinus.

Entre las trepadoras, destacan las vides silvestres, algunas madreselvas en flor (Lonicera periclymenum subsp. hispanica) y las hiedras (varias especies).


Otra especie de resonancias subtropicales, de la que se encuentran ahora algunos ejemplares con los frutos maduros, es la liliácea Ruscus hypophyllum, un rusco que en España crece exclusivamente en la comarca y que se diferencia del más extendido Ruscus aculetus en que sus "hojas" (como es sabido, en realidad las aparentes hojas de los ruscos no son sino tallos adaptados, ramillas comprimidas y laminares llamadas filóclados) son más largas, acuminadas y flexibles -no pinchan- que en el segundo.

Ruscus hypophyllum con frutos.

También ahora brota y florece -siendo el único momento en que se deja ver- una raflesiácea perenne, subterránea y parásita de jaras y jaguarzos, tan abundantes en el sotobosque del quejigar: la hipocístide o chupamieles, Cytinus hipocistis, una planta sin clorofila de tallos cortos formados por hojas imbricadas y con flores amarillas.

Cytinus hypocistis

jueves, 28 de abril de 2011

Polygala baetica

Las especies del género Polygala se caracterizan por tener cinco sépalos libres y una corola zigomorfa (es decir, con un único plano de simetría) con tres pétalos, el inferior de los cuales (la quilla) tiene en ocasiones (como en la especie que se trata) el extremo fimbriado o dividido en finas lacinias. Los dos sépalos internos forman unas alas con aspecto de pétalos.

Polygala baetica es una hierba perenne, algo leñosa en la base, que no supera el medio metro de longitud y crece en herbazales húmedos en ambiente forestal, sobre rocas de naturaleza ácida o suelos arenosos.

Polygala baetica

Tiene hojas alternas, estrechas, mayores las superiores que las inferiores, de forma linear-lanceolada. Racimos terminales con pocas flores, de color azul (que también pueden ser violeta o amarillo). Fruto en cápsula.

La mejor época para encontrarla es durante la floración, que puede comenzar en febrero en las cotas más bajas (300 metros) de su distribución, pues de lo contrario es fácil que sus tallos, que crecen apoyados entre la vegetación circundante, pasen desapercibidos.

Hábito de Polygala baetica; destacan las flores entre la maraña vegetal.

Las fotografías fueron realizadas durante este mes de abril en Sierra Bermeja (Málaga), a 1.000 metros de altitud, en uno de los alcornocales que se encuentran en dicha Sierra, una de las de mayor personalidad del sur.


Detalle de tallo, hojas e inflorescencias.

Se trata de otro endemismo íbero-marroquí, que crece exclusivamente a ambos lados del Estrecho; en España, además de Málaga, se cita en Huelva y Cádiz.

Detalle de las flores: los dos sépalos en forma de alas parecen pétalos.

Entre las especies que pueden verse en los alrededores, además de los mencionados alcornoques, destacan los pinos resineros, varias jaras (Cistus populifolius, C. albidus, C. ladanifer, C. salviifolius), matagallos (Phlomis purpurea), Ulex baeticus, Staehelina baetica, madroños y emborrachacabras (Coriaria myrtifolia), Cytisus malacitanus, brezos (Erica arborea y E. scoparia), etc.

Hábitat: alcornocal (Quercus suber) con brezos y jaras en Sierra Bermeja.

miércoles, 20 de abril de 2011

Los castañares entre Madrid y Ávila

09/04/2011: Las Rozas de Puerto Real (Madrid), hacia Ávila.


 Castaños en las Rozas de Puerto Real.

Castanea sativa: nuevas hojas.

Un paseo para ver la salida de la hoja en los castañares (Castanea sativa) madrileños, localizados sobre sustratos graníticos (de reacción ácida, por tanto), a unos 900 metros de altitud. Aunque el castaño forma buenas masas en el norte y oeste peninsulares y Cordillera Penibética, en Madrid es raro; como otras especies, aprovecha el clima más atlántico (temperaturas más suaves y mayor humedad) que se da en el suroeste de la región para establecerse allí, formando masas puras o bien bosques mixtos, en este último caso con melojos (Quercus pyrenaica), pinos resineros (Pinus pinaster)  e incluso fresnos (Fraxinus angustifolia).

Castañar mixto, acompañado de pinos resineros y melojos.

Bajo el castaño de la izquierda, un rusco y una gatiña (Genista falcata).

Durante abril, a la par que las hojas de los castaños, algunas herbáceas que aparecen entre la hojarasca florecen, como la crucífera Alliaria petiolata o Aristolochia paucinervis; la nueza negra (Tamus communis) muestra sus primeras hojas y emite los tallos que ya buscan sostén en otras especies, por las que treparán.

 Alliaria petiolata sobre las hojas secas del castañar.

 Alliaria petiolata

Aristolochia paucinervis 

Tamus communis

El arbusto más interesante que acompaña a los castaños (de hecho, en Madrid únicamente está presente aquí), es la gatiña, Genista falcata, una leguminosa arbustiva que también florece ahora. Se trata de una especie que puede superar el metro de altura, con espinas rígidas, largas y punzantes, y pelos largos en las ramillas; las hojas son simples, sentadas, con pelos por el envés y presenta una legumbre lampiña muy característica, hinchada y con la punta fina y revirada.


Ramillas floridas y tallo de Genista falcata.

Genista falcata

En los cursos de agua y embalses próximos, está presente el sauce Salix salviifolia, especie parecida a S. atrocinerea que, a diferencia de este segundo, florece a la vez que saca las hojas (S. atrocinerea florece antes y echa posteriormente las hojas, no de manera coetánea). Una ranita de San Antonio (Hyla arborea) acompaña a los juncales, fresnedas y saucedas próximos.

 Salix salviifolia, ejemplar femenino.

Hyla arborea

Por último, mencionar la presencia de varias especies de rosáceas: aparte de los muy extendidos endrinos (ya sin flores), majuelos (a punto de florecer) y algún cerezo (con las flores algo pasadas) presentes en los setos que acompañan a los castaños, destacan dos arbolillos poco frecuentes en la zona: por una parte el guindo (Prunus cerasus), que se encuentra en plena floración, y por otra (puede verse algún ejemplar en el camino de vuelta, hacia El Escorial) el piruétano (Pyrus bourgaeana), ahora con las últimas flores de la temporada.

 Hoja de Prunus cerasus; tanto el limbo como el peciolo son notablemente más cortos que en Prunus avium.

 Prunus cerasus en flor.

 Una especie que aparece de manera esporádica en Madrid: el piruétano (Pyrus bourgaeana).

Las últimas flores de Pyrus bourgaeana.

jueves, 14 de abril de 2011

Flora amenazada: Thymelaea lythroides

La especie más interesante entre las que pueden encontrase en los arenales de la cuenca del Guadyerbas es la bufalaga Thymelaea lythroides, un arbusto que alcanza el metro de altura, cuya zona de distribución mundial se limita a los alcornocales atlánticos marroquíes y a un par de localidades españolas (además de aquí, se encuentra en la campiña sevillana, en el municipio de Paradas).

Thymelaea lythroides: porte y aspecto de la población toledana.

Ramas floridas de Thymelaea lythroides.

La especie se parece morfológicamente a Th. hirsuta, otro arbusto del mismo género distribuido por el litoral mediterráneo que tiene una ecología muy diferente, pues vive en zonas de arenales costeros, matorrales calcáreos y medios en general con alta presencia de sales.

Thymelaea lythroides se caracteriza por tener las hojas planas y lanceoladas, relativamente largas, frente a las hojas más cortas y muy carnosas de Th. hirsuta. Los tallos jóvenes de la primera, además, poseen un denso indumento formado por dos clases de pelos (unos cortos, adpresos -adheridos a la superficie del tallo-, y otros largos, espaciados), mientras que Th. hirsuta solamente cuenta con una clase de pelos (adpresos y cortos).

Tallos y ramas de Thymelaea lythroides son erguidos en las plantas jóvenes, mientras que ambos terminan haciéndose péndulos a medida que crecen (este rasgo lo presentan también otras especies del género). Un aspecto llamativo de la especie se encuentra en las hojas, que presentan un elevado contraste entre el haz, completamente tomentoso, y el envés, totalmente glabro (sin pelos) y brillante.

Hojas nuevas.

El haz de las hojas está cubierto por un denso tomento, mientras que el envés es glabro y brillante.

La especie fue fotografiada al final de su periodo de floración, en el mes de abril.

Aunque la población del Guadyerbas aparentemente cuenta con un elevado número de ejemplares (en la última fotografía se muestra una vista general que puede dar una idea equivocada), lo cierto es que el área que ocupa la especie entre las dos zonas conocidas en España apenas supone un kilómetro cuadrado de extensión, estando amenazada por cualquier modificación que se produzca sobre los usos de los suelos donde crece este arbusto (incremento de la carga ganadera o roturaciones, por citar los dos más probables en la zona).

Las especies acompañantes se presentaron al tratar los matorrales sabulícolas del Guadyerbas.

Hábitat sobre suelos arenosos, con restos de encinares y alcornocales.

martes, 12 de abril de 2011

El género Tamarix en España (4)

Tamarix africana (Rivas, Madrid), abriendo las primeras flores a finales de abril.

Tras presentar a los tarajes o tarays con cuatro pétalos, queda por revisar al resto de especies, es decir, aquellas con flores pentámeras.

Dentro de éstas, pueden distinguirse dos grupos:

1.- Especies cuyos racimos superan los cinco milímetros (5-8 mm) de anchura: Tamarix africana T. chinensis.
2.- Especies con los racimos más estrechos (menores a cinco milímetros): Tamarix canariensis, T. gallica, T. mascatensis y T. ramossisima.

1.- Especies pentámeras con racimos anchos (5-8 milímetros):

Tamarix africana

Especie de grandes pétalos (mayores de 2 milímetros), en la que los racimos de flores nacen en las ramas viejas o leñosas; éstos son gruesos, alcanzando los ocho milímetros de anchura. Las brácteas pueden superar o no la longitud del cáliz; en la denominada variedad fluminensis, las brácteas superan la longitud del cáliz (se adjunta una foto). Disco nectarífero sinlófico.

Se trata de una especie bien distribuida por gran parte de España, siendo con T. gallica la especie que asciende más al norte del país.

Tamarix africana var. fluminensis

Tamarix chinensis

Tal como indica su nombre especifico, especie proveniente de oriente (China, Japón y Mongolia), muy empleada en jardinería.

Racimos de 5-7 milímetros de ancho. Flores con sépalos enteros, de forma triangular-lanceolada, con pedicelos largos y brácteas que en ocasiones pueden igualar al pedicelo. Disco hololófico. Especie con flores de color rosa intenso, que florece espectacularmente a partir de mayo.

 Tamarix chinensis (San Sebastián de los Reyes, Madrid).

Detalle de pedicelos y sépalos de T. chinensis.

2.- Especies pentámeras con racimos estrechos (de anchura inferior a cinco milímetros):

Tamarix ramosissima

Como la anterior, se trata de otra especie cultivada que en ocasiones aparece asilvestrada; también de disco nectarífero hololófico. A diferencia de T. chinensis, sus racimos son más estrechos (3-4 mm).

Otras diferencias importantes entre las dos especies de disco hololófico residen en la longitud de las brácteas (en esta especie son lineares y muy largas, superando a los pedicelos) y en los sépalos, menos estilizados que en la especie anterior y de borde irregularmente dentado.

Tamarix ramosissima cultivado en Alcobendas (Madrid).

Tamarix canariensis

Especie muy próxima a T. gallica, de la que a veces es difícil de separar; en general, Tamarix canariensis tiene los ejes de los racimos y las brácteas florales papilosos (es decir, con papilas, unas pequeñas excrecencias de tipo granuloso sobre dichas superficies) y brácteas muy largas y acabadas en una fina punta, que superan claramente la longitud del cáliz; estas características no las presentan ni T. gallica ni T. mascatensis.

Por otra parte, se trata de un taray con pedicelo bien representado y sépalos triangulares, finamente denticulados. Disco sinlófico. Al igual que en T. gallica y T. mascatensis, los racimos florales nacen en las ramas del año.

Especie resistente a la salinidad, se encuentra bien representada en gran parte de la Península, Mallorca e islas Canarias. Los conocidos bosquetes de tarays de las Tablas de Daimiel pertenecen a esta especie.

 Racimo de T. canariensis antes de la apertura de las flores (El Molar, Madrid).

Tamarix canariensis en las salinas del Cabo de Gata (Almería).

Tamarix gallica

Como se ha señalado, especie muy parecida a la anterior, pero con racimos no papilosos y brácteas que no superan la longitud del cáliz. Flores bien pecioladas, con racimos que pueden alcanzar los cinco centímetros de longitud. Disco, asimismo, sinlófico.

Menos resistente a la salinidad que la especie precedente, también se presenta por gran parte de la Península, alcanzando la costa cantábrica, y Baleares. En el centro peninsular la hemos visto florecer a partir de mayo, como otras especies de racimos estrechos.

Tamarix gallica

Tamarix mascatensis

A diferencia de las dos especies anteriores, T. mascatensis presenta el disco nectarífero de tipo paralófico.

Además, se trata de una especie de racimos estrechos con flores subsentadas; es decir, a diferencia de T. gallica y T. canariensis, cuyas flores cuentan con un pedicelo bien desarrollado, en T. mascatensis las flores tiene un corto pedicelo, pareciendo en ocasiones ser sentadas.

Los racimos suelen ser más cortos (hasta 3 centímetros de longitud) que en las otras dos especies. Por otra parte, presenta brácteas más cortas que el cáliz y sépalos denticulados.

Citada de manera dispersa por varias zonas del país (Aragón, Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Madrid, Región de Murcia y Mallorca), seguramente pase desapercibida en muchas otras partes debido a su parecido con las demás especies de racimos estrechos y por ser una especie frecuentemente ignorada en muchas de las publicaciones que tratan sobre las especies leñosas españolas.

En Madrid la hemos visto en Ciempozuelos, compartiendo hábitat con T. gallica, así como en Alcalá de Henares, existiendo además citas en Aranjuez y otros puntos del sureste de la región; florece a partir de mayo.

Tamarix mascatensis (Ciempozuelos, Madrid).

sábado, 9 de abril de 2011

Por la acebeda de Prádena

El acebo (Ilex aquifolium) es una especie perennifolia, superviviente de la flora que se encontraba en la Península durante el periodo terciario -como laureles, loros, durillos o mirtos-, cuando las condiciones ambientales eran más cálidas y húmedas que las actuales; a diferencia de las mencionadas especies (que encontraron acomodo en determinados enclaves más térmicos), el acebo se adaptó a unas mayores condiciones de frío, como las que se encuentran en la media montaña y algunos bosques eurosiberianos.

Acebeda de Prádena.

Su presencia sigue condicionada, no obstante, por la existencia de una elevada humedad, rehuyendo los climas más continentales. Es raro que forme bosques en los que sea la especie dominante (las acebedas), siendo más habitual que se encuentren individuos dispersos e integrados en hayedos, abetales, melojares, pinares o bosques mixtos atlánticos.

En la cara norte del Sistema Central, a unos 1.300 metros de altitud, se halla la acebeda de Prádena (Segovia), que ocupa unas cinco hectáreas sobre suelos de naturaleza ácida, entre sabinas albares (Juniperus thurifera), enebrales y pinos silvestres; se hace evidente a distancia por el porte de los acebos y el brillo de sus copas.

Fruto de Ilex aquifolium.
Como es sabido, los acebos presentan hojas simples, alternas, brillantes y lustrosas, con forma variable (ovales, oblongas o lanceoladas), más oscuras por el haz que por el envés y con dos tipos de borde: espinoso o entero. Parece ser que la espinosidad decrece a medida que los árboles van envejeciendo. A principios de abril bastantes acebos mantienen los frutos que maduraron durante el pasado otoño-invierno.

Hojas de borde entero.

Hojas espinosas de un individuo joven.

Los árboles crecen hasta los ocho metros de altura, pegadas unas copas con otras, lo que impide la llegada de la luz al interior del bosque durante todo el año, por ser una especie de hoja perenne. Debido a estas condiciones de sombra permanente el sotobosque es prácticamente inexistente.

Interior de la acebeda.

Vista exterior.

En el exterior, recuperadas las condiciones de luminosidad, se encuentran melojos, sabinas albares y enebros (Juniperus communis), así como leguminosas arbustivas (Genista florida, Adenocarpus hispanicus), rosales silvestres, madreselvas y algún sauce.

Donde se encuentran las especies; de atrás hacia delante: sabina albar, acebo y enebro. 

 Frutos inmaduros y hojas de Juniperus communis.

Enebral de Juniperus communis.

 Buena regeneración del sabinar (Juniperus thurifera) en los alrededores de la acebeda.

Quizás la especie arbustiva más interesante (por ser poco abundante en el Sistema Central) que puede encontrarse es el grosellero espinoso (Ribes uva-crispa), con flores a principios de abril. Se encuentra con cierta abundancia en el exterior de la acebeda, pegado al muro que rodea gran parte de la misma.

Rama de Ribes uva-crispa con flores.

Frutos maduros de Ribes uva-crispa (en julio).