miércoles, 27 de marzo de 2019

La orquídea gigante (Barlia robertiana)

Una de las primeras orquídeas en florecer en la cuenca del Mediterráneo es la orquídea gigante (Barlia robertiana), que en determinadas zonas comienza en pleno invierno, aunque en Madrid lo hace durante este mes. Como su nombre vulgar indica, se trata de un geófito que puede alcanzar el metro de altura, aunque en este caso las plantas rondaban los 30 cm, lo que tampoco está nada mal para una orquídea de nuestras latitudes (y tras pasar un invierno casi seco).

Las hojas inferiores son grandes, oblongas u ovales y de aspecto carnoso; por su parte, la espiga es cilíndrica y compacta.

Detalle del labelo, que resulta muy característico: de margen ondulado, mide unos 20 mm, con dos "brazos" largos y un lóbulo central con dos "piernas" más cortas.

Aspecto general de una parte de la población, que crece sobre arcosas entre pinos piñoneros, muy cerca de la capital, a casi 700 msnm.

Cambiando completamente de tercio, el día anterior nos comentaron Javi y Maru que había una polluela pintoja (Porzana porzana) en un estanque de un parque de Alcobendas, así que antes de ir a por las orquídeas, por allí nos pasamos. Asombroso lo confiado que se mostraba el animal, lo fácil que era fotografiarlo y el poco respeto que muestran algunos aficionados: con unos teleobjetivos más grandes que ellos, tienen que colocarse en medio del recorrido del ave, al lado del agua, como si por situarse un poco más atrás, sin estorbar a la polluela, se fuesen a perder algo.

jueves, 21 de marzo de 2019

Despedimos al invierno con las flores de la gayuba

En la salida del último fin de semana del invierno al Valle de La Barranca (Navacerrada) encontramos a la gayuba (Arctostaphylos uva-ursi) en flor; aparte de que resultó ser un arbusto muy abundante por la zona, me he dado cuenta de que esta ericácea tendida que crece por buena parte de España (indiferente a la naturaleza del sustrato), todavía no había aparecido por el blog, así que qué mejor manera de despedir al invierno que mostrarla con sus flores recién abiertas.

El característico porte rastrero de la gayuba, junto a Cistus laurifolius y un enebro que también crece tumbado (Juniperus communis subsp. alpina).

Otro ejemplar en flor.

Últimos pinos silvestres (Pinus sylvestris) junto al matorral que crece entre los bloques graníticos, a unos 1.600 m de altitud: jaras de hoja de laurel, enebros rastreros, cantuesos, piornos serranos, etc.


Más ejemplos del matorral que acompaña a las gayubas: brezos (Erica arborea, arriba) y piornos (Cytisus oromediterraneus) con jaras (abajo).

Juniperus communis subsp. alpina, el enebro rastrero, cubriendo un amplio hueco en el interior de un pinar.

Una vista del Valle de La Barranca, cerca de Navacerrada (Sierra de Guadarrama, Madrid).

Otra gayuba, en esta ocasión sin flores, creciendo bajo los pinos silvestres.

Abedul (Betula pubescens) junto a un curso de agua.

Arenaria montana en flor bajo un vallado metálico.



Ejemplar de ciruelo silvestre (Prunus insititia): rama y flores. También vimos algún manzano silvestre a punto de florecer.
 
 
 
Banda de sauces en flor delante del pinar.


Un acebo recluido dentro del bosque.

También los chopos (Populus nigra) han florecido.

Primeras flores y brotes en la chopera y su sotobosque.


Una probable Rubus patientis, con las hojas que no perdió en este invierno tan poco frío, y detalle de los acúleos y glándulas del tallo.

Otra especie que se desespereza en los setos: la madreselva Lonicera periclymenum,

En cambio, en el descenso a Navacerrada, fotografiamos a algunos melojos que aparentemente siguen imperturbables.

Pastos aprovechados a dientes por una vaca avileña.


Una labiada que se naturaliza por los alrededores: Stachys byzantina; detalle del porte de la planta con los tallos del año pasado y de las hojas cubiertas por un denso tomento por ambas caras.

Y terminamos con un par de peonías (Paeonia broteri) ya brotadas y dispuestas a dar lo mejor de sí en los dos próximos meses.

martes, 12 de marzo de 2019

Final del invierno (primera quincena de marzo)

A comienzos de marzo, aunque sigamos en invierno, la naturaleza empieza a dar señales de movimiento, incluyendo las zonas de media montaña como el Valle Medio del Lozoya, en la Sierra de Guadarrama (Madrid). Recorremos los alrededores del río en una zona mixta de fresnos y robles melojos acompañados de Genista cinerascens y otros arbustos.

Ha hecho mucho calor y llovido un poco durante la última semana, lo que ha contribuido al adelantamiento de la floración de algunas especies.

El las riberas despuntan las inflorescencias de la sarga (Salix atrocinerea), uno de nuestros primeros arbolillos (o arbustos altos) en florecer.

En el sotobosque de la fresneda encontramos una celidonia menor (Ranunculus ficaria).

Un abigarrado soto junto al agua.

En las praderías que acompañan a los melojos varias especies bulbosas se encuentran a sus anchas.



Una de ellas es el azafrán serrano (Crocus carpetanus), que florece por estas fechas.

También es la época de los narcisos, al menos de los de las zonas bajas y medias, como este Narcissus bulbocodium (o N. graellsii para otros).

Más bulbosas: Gagea soleirolii.

Una crucífera perenne que alcanza los 25 cm: Thlaspi stenopterum.


Chiribitas (Bellis perennis) en flor.

Hábitat: roquedos de gneises con enebros, sabinas y varias quercíneas.

Más narcisos: Narcissus triandrus subsp. pallidulus...

... y narcisos de roca (N. rupicola).

Leucanthemopsis pallida



Las primeras flores del endrino (Prunus spinosa).

Ascendemos un poco en el valle, hasta los 1.200 m. Aparecen formaciones boscosas más frescas, como abedulares y tembledas.

Corteza de los álamos temblones (Populus tremula).

Aunque se mantiene la presencia dominante de los fresnos, tanto en formaciones lineares (formando setos), como adehesadas.

Las primeras hojas del saúco (Sambucus nigra) junto a un tronco caído.

Pastoreo de ganado caballar entre abedules y fresnos.

Abedul (Betula pubescens/B. alba).

Las cigüeñas blancas también buscan su sustento junto al ganado.


Aparte de las sargas, otras especies leñosas ribereñas empiezan a florecer a finales de invierno, como el temblón (Populus tremula).

O el avellano (Corylus avellana).

Restos de frutos no consumidos de Viburnum opulus, otro habitante típico de estos setos.

Más restos de frutos y primeros brotes del fresno (Fraxinus angustifolia).

Flores de Fraxinus angustifolia.

Al día siguiente cambiamos de aires y nos acercamos a los alrededores del embalse de Santillana, en la rampa serrana, a fotografiar una población de Narcissus cantabricus que conocía Miguel.

Detalle de la presa y de La Pedriza desde una cañada próxima.

Al rato, efectivamente, aparecen los primeros narcisos "cantábricos".

Crecen en ubicaciones frescas o de umbría en este encinar con enebros y berceos, entre bloques de granito.

Les acompaña algún quejigo (que no ha llegado a perder todas su hojas inferiores) e incluso algún melojo despistado.

Pastoreo con ganado ovino.

Un limousin a lo suyo.

Más setos junto a las vallas de piedra en estos característicos paisajes agroganaderos.

Otra crucífera anual que coloniza pastos y terrenos baldíos y comienza a florecer ahora: Brassica barrelieri.

En una fina cercana descubrimos a este grupo de jóvenes sabinas albares.

Aquí el porte de algunas de ellas (Juniperus thurifera).

Sobre los suelos arenosos de la solana fotografiamos a esta interesante cistácea: Helianthemum sanguineum; seguramente volveremos más adelante para verla en flor.