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domingo, 22 de noviembre de 2020

Rosales silvestres de la montaña madrileña

Vamos a seguir presentando algunas especies de rosales silvestres de la región madrileña: si en una estrada anterior veíamos las principales especies de las zonas bajas, ahora nos ceñiremos a algunas especies más montanas (que crecen por encima de los 1.000 metros de altitud). La principal especie (es decir, la más abundante) sigue siendo, naturalmente, Rosa canina.

Rosa canina en el Valle de Lozoya, junto a una valla que separa dos prados. Este rosal no posee glándulas, dispone de sépalos reflejos y caedizos tras la floración (no permanecen en el fruto), así como de estilos glabros y poco pilosos.

El siguiente rosal es Rosa rubiginosa, caracterizado por presentar sépalos erectos o patentes, que permanecen en los frutos maduros; tanto los pedicelos como los sépalos (margen y dorso) están cubiertos de glándulas.

Hemos fotografiado a R. rubiginosa en Cercedilla (en la imagen) y Navacerrada, pero también en zonas más bajas de la región, donde resulta más rara.

Rosa rubiginosa a punto de perder la hoja: los foliolos son glandulosos por el envés y con la base redondeada.


Porte y frutos de la siguiente especie, Rosa dumalis, en Somosierra: se trata de un grupo complejo que, como en el caso de R. canina, comprende varias microespecies muy semejantes entre sí. En este caso, posee hojas glabras, doblemente serradas y sin glándulas; sépalos erectos o patentes, persistentes en los frutos.  

Rosa dumalis: hojas y detalle de piña estigmática (muy pilosa), así como de los sépalos (patentes y con la base muy ancha).

Hábitat en Somosierra de Rosa dumalis.


Por último, presentamos un rosal que encontramos en las proximidades del puerto de Canencia con hojas pubescentes, margen foliar biserrado y pedicelos y sépalos lisos (sin glándulas), que pensamos pueda tratarse de Rosa ostensa. También presenta una piña estigmática muy pilosa y poro estilar ancho.



Dos vistas del hábitat de Rosa ostensa, en los bordes de un pinar de pino silvestre. Junto a esta especie vimos otra especie madrileña, Rosa villosa, que ya mostramos por aquí anteriormente, de la que trataremos en una próxima entrada.

domingo, 25 de octubre de 2020

Rosales silvestres de una cañada madrileña


Recorremos una de las cañadas ganaderas situadas en la rampa serrana madrileña, por debajo de los 1.000 metros de altitud, y aprovechamos para mostrar a las especies de rosales silvestres más comunes de este entorno, dejando para otra entrada a las especies madrileñas que ascienden más por la montaña.  Estamos en otoño, así que los rosales ya tienen formados y maduros sus frutos.


Nos hallamos en un entorno donde predominan los encinares y enebrales más o menos adehesados. Hemos visto a prácticamente todos los tipos de ganado (vacuno, ovino, caprino y equino) pastando por las parcelas o por la cañada misma. Los rosales se refugian y prosperan en ubicaciones frescas, en los límites de las fincas o junto a las vallas.


Fresnos bordeando la cañada. Los rosales silvestres también aparecen formando parte de los setos vivos.

Otro ejemplar con los frutos maduros entre olmos y más fresnos.

Población de Rosa corymbifera (una de las formas de Rosa canina) junto a varios quejigos. 

Ejemplar de una de las especies más frecuentes, el rosal de hoja pequeña (Rosa micrantha), con algunos tallos ramoneados por el ganado.

Frutos de Rosa micrantha, con el pedicelo glanduloso. Hojas con folíolos con abundantes glándulas por el envés y denticulación doble.

Frutos de Rosa canina, también una especie muy extendida. Hojas glabras, con denticulación simple y pedicelos sin glándulas. Las variaciones de estos tres caracteres (es decir, presencia o ausencia de indumento en las hojas, denticulación simple o doble y pedicelos glandulosos o no) da lugar a un grupo de formas o "microespecies", algunas de las cuales mostramos a continuación.

Aquí vemos una forma de crecimiento típica de las Rosa canina: se comportan como trepadoras, aprovechando sus largos y volubles tallos con acúleos para agarrase y trepar por el arbolado cercano.


Haz y envés de Rosa corymbifera. Esta forma se caracteriza por tener las hojas más o menos tomentosas, folíolos con dientes simples y pedicelo del fruto sin glándulas.


Estas dos fotos corresponden a Rosa squarrosa: sus hojas son glabras, pero el margen de los folíolos es doble. Los pedicelos del fruto tampoco tienen glándulas.


La forma denominada Rosa andegavensis posee hojas glabras, folíolos con margen simple y pedicelo del fruto glanduloso. Todas estas "especies" (incluida la Rosa canina tipo) poseen sépalos reflejos en el fruto que suelen perder rápido.

Una especie parecida al grupo de las canina que también habita la cañada es Rosa pouzinii: tiene las hojas glabras, folíolos con margen glanduloso doble (también presenta glándulas repartidas por el nervio medio de la hoja) y pedicelos glandulosos. Sépalos también reflejos (y glandulosos por el dorso), algunos de los cuales este ejemplar todavía no había perdido.


No podemos finalizar sin presentar a otra especie bien representada por los encinares y tierras bajas (aunque prefiere los terrenos básicos), que encontramos acompañando al bosque galería de un río cercano: se trata de Rosa agrestis, una especie bastante parecida a R. micrantha: folíolos (más estrechos que en esta última especie) con denticulación doble y con abundantes glándulas por el envés, pero pedicelos sin glándulas.

martes, 2 de junio de 2020

Algunas especies vistas en los parques y jardines (mayo 2020)

El mes en que empezamos a salir algo de casa: tampoco muy lejos, así que he aprovechado para recorrer algunos parques periurbanos y fotografiar algunas especies plantadas. Esto es San Sebastián de los Reyes (Madrid). Cornejo en flor junto a un chopo.

El fresno de flor (Fraxinus ornus) tiene pasadas casi todas sus inflorescencias.

La salvia de Jerusalén (Phlomis fruticosa).

Otra labiada, en este caso una salvia de verdad (Salvia officinalis).

Lirio.

Rosal silvestre (Rosa canina) empleado como ornamental.

Almez (Celtis australis).

Cistáceas autóctonas: la jara pringosa (Cistus ladanifer)...

... o la estepa (Cistus albidus).

La jara Cistus x purpureus, un híbrido entre C. creticus x C.ladanifer.

Matorrales de mielga real, una alfalfa arbustiva (Medicago arborea).

Medicago arborea

Cantueso (Lavandula stoechas).

Otra especie ibérica empleada en jardinería: Halimium atriplicifolium.

Convolvulus cneorum

El aladierno (Rhamnus alaternus) florece pronto y ya tiene los frutos muy avanzados.

El arce Acer platanoides también.

Y el mundillo (Viburnum opulus).

Los olivos, sin embargo, empiezan a abrir ahora sus flores.


También los tilos comunes (Tilia platyphyllos).

Colirrojo tizón.

El avellano Corylus maxima sobrevive gracias a los riegos; la verdad es que nunca los he visto florecer (no digamos ya fructificar).

La adelfa (Nerium oleander) es un poco cansina, aunque tiene su público.

Morera (Morus alba).

Las palomas torcaces aprovechan sus frutos ahora que están maduros.

Sauce (Salix neotricha) con frutos abiertos.

Alcornoque (Quercus suber) empleado como especie ornamental.

Cerezas ya maduras (Prunus avium).

Dorycnium hirsutum

Tilia tomentosa florece un par de semanas más tarde que el tilo común.