lunes, 12 de agosto de 2024

De donde viene el viento

A mí lo que me importa es la oropéndola. Llega a comienzos de mayo y anida cerca de la torre de Tobalina, donde agonizo. Por muy bien que suene un instrumento, no igualará nunca el canto de la oropéndola. Se levanta tarde y tarda en abandonar el nido. Desde una rama a otra se comunica con su pareja. Uno repite su melodía corta, sólo una frase. El otro contesta con un reclamo, casi es un graznido. Pero el timbre y la resonancia del canto en el silencio de la mañana es el mejor sonido que he oído. Ni siquiera el ruiseñor me gusta tanto. Yo si fuese pájaro sería una oropéndola. Vuelan como rayos entre las copas de los árboles y no pisan el suelo, nunca pisan el suelo. Imagina, primo, lo que debe de ser nunca poner los pies en el suelo, vivir en el aire, comiendo frutos que tampoco tocan la tierra. Compré pasas y ciruelas para colgarlas con hilos de las ramas, con la tonta esperanza de que no se fueran nunca lejos las oropéndolas, mis vecinas. Pero la fruta colgada se la comieron los rabilargos, que no tienen compasión de nada. Preciosos son también los rabilargos, pero sin canto. No hay vuelo tan bello como el del rabilargo cuando se posa en el suelo. Pero yo quiero ser una oropéndola. O un oropéndolo. Yo con cualquier cosa me conformo, dice mi primo. Pasar por un gorrión, inadvertido. Comer las migas que dejan los humanos es para mí suficiente, dice el gorrión. Lo que no les perdono a mis padres es su empeño en que yo sirviera para algo. ¿Con qué derecho? Ellos fueron siempre unos inútiles.

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Quién fuera como la oropéndola, que vuela y canta, rayo de sol que no toca el suelo, que come frutos y evita el mundo. Que vuela porque encuentra en el aire resistencia, que canta para seducir y para que la escuche el bosque.

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Manuel Arroyo-Stephens

De donde viene el viento

 


Yo también he tenido como vecinas a las oropéndolas. Como viven en un parque en las afueras de la ciudad, han aprovechado algunos trozos de plástico para fabricar el nido.


El hogar de la oropéndola: bosques galería con chopos, fresnos, olmos, sauces y densos setos.


lunes, 5 de agosto de 2024

Castor europeo (Castor fiber)

El castor europeo (Castor fiber) reaparece en España a comienzos de siglo (tras llevar extinto desde el siglo XVII) debido a unas sueltas ilegales realizadas en los ríos Ebro y Aragón (La Rioja y Navarra). Aunque inicialmente se persiguió y eliminó a parte de los animales, la situación se ha revertido y actualmente está considerado una especie autóctona protegida.

Su área de distribución ha seguido creciendo en nuestro país, en parte debido a nuevas sueltas incontroladas, hasta el punto de que ya se han detectado castores en el Valle del Gaudalquivir, en Jaén.

Los detalles de la llegada del castor a España, su situación actual así como su interés ecológico como especie clave en el mantenimiento y renovación de los bosques galería, están muy bien explicados en la web deriosycastores.es.