lunes, 25 de noviembre de 2019

Genistas de Baleares

Vamos a darnos una vuelta por las islas Baleares para conocer a las principales especies de genistas que habitan este archipiélago, algunas de las cuales ya han aparecido por el blog. Empezamos por la gatosa (Genista tricuspidata o G. lucida), un arbusto alto que comienza a florecer muy pronto (de febrero a mayo): la única foto que tenía con flores (cuya quilla supera en tamaño al estandarte) corresponde a un ejemplar que vimos en Capdepera (noreste de Mallorca) a finales de marzo. De él cuelgan algunas acículas de los pinos carrascos cercanos.

Genista tricuspidata es un arbusto espinoso con las ramas simples o trífidas (divididas en tres), con hojas alternas solamente con el folíolo central desarrollado, que es algo seríceo por el envés y glabrescente por el haz. Las flores se reúnen en racimos laxos y en bajo número en el extremo ramas espinosas.

Frutos recién formados de Genista tricuspidata a principios de junio. Miden cerca de un centímetro, tienen pelos esparcidos por su superficie y terminan en un gran "pico"; contienen una única semilla en su interior.

G. tricuspidata es la única genista de la entrada de hoy no endémica de Baleares: como ya vimos a principios de año, este arbusto también se encuentra en Alicante y norte de África, habitando cerca de acantilados marítimos y, en general, en medios rocosos calcáreos muy secos.

La segunda especie, también muy espinosa, es Genista valdes-bermejoi (G. balearica o G. acanthoclada subsp. fasciculada), que a diferencia de la anterior presenta el órgano estipular muy desarrollado. También se diferencian en que la primera es un arbusto almohadillado que no alcanza el medio metro de altura (mientras que G. tricuspidata puede llegar a los dos metros). En la foto, aspecto de las gruesas ramas (pueden ser opuestas) que finalizan en una espina de punta negruzca.

Las flores nacen solitarias en los órganos estipulares del año anterior, entre mayo y junio. Como puede apreciarse, la quilla también es mayor que el estandarte (que está cubierto de pelos por el dorso). Fruto globoso.

Floración en Genista valdes-bermejoi, donde destaca la forma redondeada y emarginada (escotada) del estandarte. Esta especie tiene muy pocas hojas (subsésiles, las superiores unifoliadas y las inferiores trifoliadas).

G. valdes-bermejoi es un endemismo de Mallorca que forma parte de los matorrales expuestos al viento próximos a la costa, como en los alrededores del Cabo de Formentor, en el norte de la isla, donde crece junto a Teucrium subspinosum, Astragalus balearicus, Launaea cervicornis, etc.

En cuanto a las genistas no espinosas o inermes de las islas, ya mencionamos en esta entrada a Genista majorica dentro de aquellos arbustos unifoliados, con ramas y hojas alternas y hojas de haz glabro y envés seríceo: ahora presentamos a una especie endémica de Ibiza, de aspecto grácil por presentar largos entrenudos y ser poco foliosa: se trata de Genista dorycnifolia. Su característica más destacable, no obstante, es que sus hojas y ramas normalmente son opuestas.

Detalle de la inflorescencia de Genista dorycnifolia. Este arbusto alto (puede alcanzar los tres metros según Flora Iberica) florece en primavera (de abril a junio). Las flores se reúnen en inflorescencias más o menos densas en los extremos de las ramas. La especie tiene hojas tanto unifoliadas (superiores) como trifoliadas (con folíolos lineares).

Últimas flores y primeros frutos formados (a la derecha) de Genista dorycnifolia. Los frutos son unas pequeñas legumbres muy seríceas, ovoides y falcadas que terminan en pico.

G. dorycnifolia convive junto a romeros, lentiscos, jaras estepas, brezos (Erica multiflora), labiérnagos, coscojas y otros arbustos basófilos o acompañando a los pinares de pino carrasco (Pinus halepensis).

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Rosa sempervirens en el Valle del Lozoya

Hace unos años, paseando por un melojar del Valle del Lozoya durante esta misma época (noviembre), descubrimos algunos ejemplares del rosal de hoja perenne y lustrosa de la fotografía; inicialmente pensamos que podía tratarse de ejemplares de Rosa moschata, un rosal empleado en jardinería que ocasionalmente se asilvestra en nuestro país.

Pero Rosa moschata tiene unos folíolos de forma oval-lanceolada más anchos, así como pilosidad en el nervio medio del envés (de jóvenes son pelosos por toda su superficie), mientras que el rosal fotografiado era completamente glabro. Adicionalmente, el estudio de los frutos (en ese momento sin sépalos), mostró un pedicelo glanduloso y los restos de una columna estilar claramente pelosa, por lo que parece que se trata de Rosa sempervirens (en R. moschata los estilos se unen solo en la base o en hacecillos, en una columna sin pelos).

Otra vista de dos frutos, que son pequeños (de apenas un centímetro de diámetro). Resulta curiosa la presencia de esta especie tan termófila en plena sierra madrileña: ¿podría tratarse de ejemplares plantados? Se hallan en una ubicación un tanto extraña: cerca de un arroyo en pleno bosque, por lo que no parece un lugar muy lógico para plantar nada. ¿Pudieron llegar las semillas transportadas en el tracto digestivo de las aves y caer en un lugar en el que, contra todo pronóstico, germinaron y crecieron sin problemas...?

Vista de las ramas, donde destacan las hojas brillantes.

Rosa sempervirens es normalmente una especie trepadora aunque, en este caso, al crecer en una zona sin arbolado o arbustos donde apoyarse, ha adquirido este porte arbustivo.

Así de bien luce el otoño en esta parte de la Sierra de Guadarrama. Aprovechamos para fotografiar a otras especies en los alrededores.

Fresnos de hoja estrecha con endrinos completamente desnudos.

Rubus brigantinus


Avileñas y otras vacas aprovechan a diente los pastos de la zona.


Por el interior del pinar (Pinus sylvestris) - melojar (Quecus pyrenaica).


Nieve en las cumbres y enebros (Juniperus communis) en el borde del melojar.

También llegan hasta aquí las sabinas albares (Juniperus thurifera) acompañando a los robles melojos.

A los pies de las sabinas se encuentra este rosal silvestre (Rosa pouzinii), que mantiene algunas hojas verdes.


Y cerca del cauce del arroyo, la zarzamora Rubus vigoi.


lunes, 18 de noviembre de 2019

Nunca he despertado junto a ti


He reventado en arneses que suplican corazón,
fui pescador en las redes de una mar embravecida.
Me he camuflado en poemas de raíces y de rocas.
Amanecí en los caudales de un torrente sentenciado.
¡He amado tantas cosas que anuncian que llega el fin...!;
pero nunca he despertado junto a ti.



He conversado en corales que han crecido sobre alcohol,
he sostenido algún cuerpo listo para arder entero,
comí fruta en el paraíso, fui arena en los relojes,
quemé mis naves y el fuego ha bloqueado mi timón.
¡He amado tantas cosas que anuncian que llega el fin...!;
pero nunca he despertado junto a ti.


He sido espada en la guerra, me he convertido en canción.
He sido cuerda en el arpa, me he convertido en palabra.
He sido el agua en los ojos, me he convertido en tristeza.
He sido espuma en el cielo, me he convertido en tormenta.
¡He amado tantas cosas que anuncian que llega el fin...!;
pero nunca he despertado junto a ti.



He aprendido despacio los mil nombres de la furia
y vendí todos mis pasos a los puntos cardinales.
He hipotecado mi tiempo por una rueca de azares
hilvanando un verso duro como acero en las pupilas.
¡He amado tantas cosas que anuncian que llega el fin...!;
pero nunca he despertado junto a ti.

Te he deseado en harapos; has puesto sitio a mi carne;
te soñé un millón de veces tibia de alba, enfurecida,
te he abrazado tan dulcemente en horas de naufragio.
Y he sofocado mi anhelo con las lenguas que aprendí;
pero nunca he despertado junto a ti.

¡Y he amado tantas cosas que anuncian que llega el fin...!;
pero nunca he despertado junto a ti.

(Disculpen la digresión de hoy, en este su blog que pretende ser de naturaleza y tal, pero es que este/a poema/canción del gran Gabriel Sopeña me ha recordado a alguien. Mañana seguimos con los arbustos y otras cosas.)




miércoles, 13 de noviembre de 2019

Especies interesantes del suroeste (1): cinco arbustos onubenses

Huelva, una provincia cuyos valores naturales se encuentran ampliamente distribuidos de norte a sur -o desde la sierra (Aracena y Picos de Aroche) a la costa (Doñana): sirva de ejemplo esta foto inicial de unos rayones pastando a la vera de un alcornocal onubense-, posee múltiples lugares a los que dedicar una entrada, pero en esta ocasión vamos a recorrer buena parte de su geografía presentando a cinco arbustos que, sin llegar a ser endémicos de este territorio (alguno casi lo es), puede decirse que aquí tienen sus más importantes poblaciones españolas.

Comenzamos por el cantueso verde (Lavandula viridis), una labiada muy aromática que alcanza los 75 cm. Aquí tenemos un ejemplar creciendo en Valverde del Camino, en flor a mediados de abril. Esta especie se cita en Huelva, Sevilla, suroeste de Portugal e incluso Azores y Madeira. Forma parte de los matorrales sobre suelos ácidos que acompañan a encinares, alcornocales, quejigares o pinares.

Lavandula viridis posee hojas enteras y una inflorescencia compacta cuyas flores y brácteas del ápice (las "orejitas") son de color crema-verdoso. Es el único cantueso de la flora ibérica cuyas flores tienen este color, por lo que resulta inconfundible.

Ascendiendo hacia la sierra, en Zalamea la Real, encontramos a Genista polyanthos, un arbusto espinoso de 1,5 metros que también se encuentra en flor, si bien abril corresponde al final de su periodo de floración (que comienza en febrero), por lo que éstas son sus últimas flores frescas.

Detalle de las inflorescencias (con flores solitarias o reunidas en grupos de 2-4 el los órganos estipulares del año anterior) de Genista polyanthos: la corola es marcescente, con el estandarte y la quilla seríceos (cubiertos de pelitos). Las hojas tienen el haz glabro y el envés también seríceo.


Otra imagen de Genista polyanthos, cuyas ramas crecen alternas y divaricadas (forman un ángulo muy abierto con la rama principal), rematando en espina. Es una especie endémica del suroeste peninsular que habita principalmente jarales, sobre suelo pizarroso. Justo detrás suyo se vislumbra el siguiente arbusto.
 
Ulex eriocladus es un tojo endémico del cuadrante suroccidental de la Península. Se trata una leguminosa arbustiva que alcanza el metro de altura y acompaña a la anterior especie, en matorrales silicícolas, hasta los 500 m de altitud.
 
Florece desde finales de año hasta la primavera, por lo que en abril ya tiene algunos frutos. Sus cálices tienen pelos esparcidos de color pardo oscuro, como muestra la fotografía.



De la sierra bajamos a la costa (en Ayamonte aprovechamos para fotografiar a esta anguila) para encontrarnos con la siguiente especie, otro tojo...


...Ulex argenteus. Aunque para fotografiarlo en flor hemos tenido que venir en enero (florece a partir de diciembre y durante la primera mitad del año). Es un arbusto que puede llegar a medir 1,5 metros, de ramificación abierta (Ulex argenteus subsp. subsericeus, la subespecie española; la otra -subsp. argenteus-  habita exclusivamente Portugal y es de ramificación densa).
 
Flores y espinas secundarias (generalmente arqueadas) de Ulex argenteus.
 
Detalle de los cálices de Ulex argenteus, de color amarillo y algo pubescentes, cubiertos por pelitos cortos de color pardo claro o dorado.
 

A diferencia de Ulex eriocladus, que habita en la sierra, Ulex argenteus vive en arenales costeros (desde el nivel del mar hasta unos 400 m de altitud) acompañando muchas veces a los pinares.


Los tallos, ramas y espinas de Ulex argenteus tienen pelos blancos cortos, rectos, completamente aplicados contra la superficie. Proporcionan a la especie un tono verde-plateado característico.

Por su parte, Ulex eriocladus está densamente cubierto de pelos circinados (o enrollados en espiral). Tiene un aspecto más apagado, un color ceniciento.
La última especie es el brezo de las minas (Erica andevalensis), una ericácea que puede superar el metro de altura y vive en la comarca del Andévalo (con algunas poblaciones testimoniales en Sevilla y Portugal). Florece en la segunda mitad del año (de junio a noviembre) y se caracteriza por tener los sépalos y las hojas con pelos gladulíferos espaciados y el ovario glabro.
Hábitat de Erica andevalensis: se trata de una especie que, aparte de crecer junto a los cauces de arroyos y ríos (como el río Tinto, en la fotografía), puede hacerlo en escombreras de minas de pirita, por lo que su interés en la recuperación de suelos contaminados por metales pesados es enorme.