jueves, 31 de enero de 2019

Aliagueta (Hormathophylla spinosa)


Encontré a la aliagueta (Hormathophylla spinosa) mientras buscaba las fotos para la entrada anterior y, como también se trata de otra crucífera leñosa, aprovecho para presentarla en el blog.

Es un pequeño arbusto almohadillado y espinoso, de color grisáceo (por tener hojas y tallos cubiertos por un denso tomento de pelos estrellados). Las flores pueden ser blancas o rosadas y los frutos son silicuas con aspecto de cucharitas, finalizados en un pequeño pico.

Habita sobre roquedos y pedregales calizos (o, más raramente, silíceos), pudiendo superar los 3.000 m de altitud. En España vive en las serranías Béticas, Sistema Ibérico, parameras de la Meseta Norte y Cordillera Cantábrica. La fotografiamos en agosto con algunos frutos formados y las últimas flores del año en Sierra Nevada.
 

jueves, 24 de enero de 2019

Crucíferas leñosas: el género Vella en la Península Ibérica

Las crucíferas incluidas en el género Vella son endémicas del extremo suroeste del Mediterráneo (España, Marruecos y Argelia) y destacan por ser especies leñosas (aquí las tratamos como arbustos: altos, bajos o incluso rastreros), algo poco común dentro de esta familia. En la Península ibérica habitan cuatro especies, que repasamos en esta entrada.

En la primera foto, floración y hojas del pítano (Vella pseudocytisus), la especie más alta de todas (puede alcanzar el metro). En este caso se trata de la subespecie pseudocytisus, la que habita el centro peninsular (Madrid y Toledo) y Granada; existe una segunda subespecie, paui, propia de Aragón). Es una especie bastante rara (en cualquiera de sus subespecies) que se encuentra protegida.

Las hojas del pítano son únicas dentro del género: enteras, obovadas, con el ápice redondeado, algo coriáceas, setoso-híspidas por ambas caras y márgenes ciliados. La floración comienza a partir de abril (en el sur de Madrid incluso algo antes, dependiendo del año), reuniendo hasta 30 flores en racimos terminales como los de la fotografía. Las flores de este género son siempre amarillas (algunas especies presentan además algunas venas violetas), con sépalos erectos y pétalos largamente unguiculados.

En el centro del país habita colinas yesosas, entre los 400-500 m, parece ser que mostrando preferencia por las zonas de umbría. En Madrid se encuentra localizadísima, cerca de Aranjuez, donde acompaña a matorrales gipsícolas o retamares, aunque también puede crecer sobre terrenos algo nitrificados o alterados.

El fruto de estas especies se denomina silícula (una silicua corta) y está formado por dos artejos: el valvar (de forma elipsoidal, pues en su interior se encuentran las dos valvas que contienen las semillas; de los dos que forman el fruto, el que está relleno y próximo al eje de la inflorescencia) y el rostro, de aspecto comprimido (el que está vacío y más alejado). En el pítano ambos artejos tienen una longitud similar (unos 5 mm), siendo el rostro de forma redondeada, como se aprecia en la imagen.

La segunda especie se conoce con el nombre vulgar de "piorno de crucecillas" (Vella spinosa): tiene los ápices de las ramas superiores transformadas en espinas (es la única especie espinosa que habita España) rígidas y patentes (formando 90º con los tallos), lo que, efectivamente, le confiere a la planta el aspecto de estar cubierta por unas pequeñas cruces.

Aparte de ser la única especie espinosa de nuestro país, es la que tiene racimos con menos flores de todas. Las hojas son enteras (o con un par de dientes en los lados), con margen setoso (con grandes pelos tiesos) y ciliado. Florece a partir de mayo.

Vella spinosa habita en la media y alta montaña de las serranías Béticas (de Alicante a Cádiz), ascendiendo hasta los 2.200 m en las cumbres de las montañas calizas (o sobre dolomías). Acompaña a diversas especies como Lavandula lanata, Santolina canescens, Astragalus granatensis, Berberis hispanicaErinacea anthyllis, etc., como en esta imagen de Sierra Nevada. El piorno de crucecillas tiene un porte más o menos almohadillado, aunque puede superar el medio metro de altura.

Aspecto de un ejemplar de Vella spinosa en el mes de agosto: ramas espinosas y frutos completamente formados .

Detalle del fruto de Vella spinosa: destaca el rostro, más largo que el artejo valvar, con forma de lengua y acabado en punta, significativamente distinto al del pítano.

En la última década del siglo pasado se descubrió en el interior de Alicante (y relativamente cerca de la capital, por cierto) a la tercera especie: Vella lucentina. Es otro arbusto inerme que crece hasta el medio metro, como máximo. Es endémico del centro de Alicante, donde se encuentra amenazado por la destrucción de su hábitat. Curiosamente, la especie tiene cierto carácter pionero y puede crecer sobre terrenos abandonados... si la dejan, claro.

Su floración es algo más temprana que en las especies precedentes, comenzando en el mes de marzo. Vive entre los 300-400 metros de altitud, acompañando a diversos matorrales seriales, sobre terrenos arcillosos, margosos o calizos. Es otra interesante especie de nuestro sureste semiárido a proteger.

Formación de los primeros frutos (el rostro es lingüiforme, como en V. spinosa, y algo mayor al artejo valvar) y aspecto de las hojas de Vella lucentina. Éstas son enteras, lineares, agudas y setosas.

Más recientemente, incluso, se descubrió a la última especie: Vella castrilensis. Recibe el nombre de la Sierra de Castril, una de las sierras en las que habita (junto con Cazorla-Segura), entre Jaén y Granada. Se trata de un arbustillo almohadillado o casi rastrero, inerme, que apenas alcanza los 30 cm de altura. Vive en las cumbres calcáreas (cerca de los 2.000 msnm), a veces entre gritas de rocas o bajo el matorral de alta montaña.

Florece en primavera, y se caracteriza por sus hojas oblongo-lanceoladas, enteras o con 2-4 pequeños dientes y densamente cubiertas de pequeños pelos adpresos. Es un endemismo que ocupa un área de distribución reducidísima, muy amenazado por la presión de los herbívoros (tanto domésticos como silvestres), como le sucede a otras tantas especies de la alta montaña bética.

miércoles, 16 de enero de 2019

Flores de enero: Brassica fruticulosa

Vamos a presentar a un pariente silvestre de nuestras coles y mostazas: se trata de una crucífera perenne con cepa leñosa que alcanza los 90 cm y florece entre diciembre y mayo: Brassica fruticulosa subsp. fruticulosa. El mes de enero entra de lleno en su periodo de floración habitual, por lo tanto; a principios de año pudimos fotografiarla en flor y con algunos frutos ya formados.

En España la especie habita el litoral mediterráneo, desde Gerona hasta Málaga, pudiendo alcanzar los 1.000 m de altitud, en terrenos despejados y soleados; además se trata de una especie con apetencia por los medios algo alterados o nitrificados, como muestra la imagen. En este caso se trata de un ejemplar que crece en el alcorque de un árbol en las afueras de Nerja.

La especie tiene tallos foliosos (no es una col silvestre con solamente una roseta basal de hojas, para entendernos), con hojas de diferentes tipos. Las inferiores son grandes (pueden superar los 10 cm), de lirado-pinnatífidas a pinnatisectas, con varios pares de segmentos obtusos, siendo el terminal de mayor tamaño que los laterales.

A medida que ascienden por el tallo, las hojas son cada vez más pequeñas y tienden a volverse enteras.

Ejemplo de hojas superiores (enteras o casi enteras), claramente de menor tamaño y distinta forma que las inferiores. En la subespecie fruticulosa las hojas suelen ser prácticamente glabras.

Otro detalle de Brassica fruticulosa subsp. fruticulosa. La inflorescencia está formada por 20-40 flores con los sépalos erectos y glabros. 

Fruto en silicua, erecto-patente, en el que las semillas se ordenan en una sola fila en cada lóculo. Las semillas son más o menos esféricas y de color pardo.


martes, 8 de enero de 2019

Últimos paseos del año por el sector setabense (Alicante)

Pues sí, los últimos días de 2018 los hemos pasado en el extremo oriental de Alicante (lo que desde el punto de vista corológico se conoce como el sector setabense); hemos aprovechado para darnos algunos paseos y hemos visto algunas plantas con flores (algunas de ellas inesperadas). Este es el resumen de algunas de las especies y lugares vistos durante estos días.

En el sureste el clima suave permite que varias especies comiencen a florecer en pleno invierno, como sucede con Coronilla juncea.


Otra especie en flor: aspecto general y detalle de las inflorescencias de Euphorbia segetalis.

No lo he indicado, pero estas primeras fotos corresponden al Cap de Sant Antoni, incluido en el Parque Natural del Montgó. Cerca del faro han plantado algunos ejemplares del escasísimo arbusto Medicago citrina, como este de la imagen.

Ramas y hojas de Medicago citrina. Esta alfalfa arbustiva y amenazada solamente crece en Ibiza, Cabrera y algunos islotes del litoral peninsular (Alicante y Castellón).

Hojas de Succowia balearica.

Acantilados en el Cap de Sant Antoni.

Un cardo endémico de Ibiza y Alicante: Carduncellus dianius.

El aladierno también comienza a florecer ahora.


Aspecto general y detalle de la inflorescencia de Silene secundiflora (que, por el hábitat y su parecido, al principio tomamos por la amenazada Silene hifacensis).

Teucrium ronnigeri

Elaeoselinum asclepium

Más acantilados costeros, en esta ocasión los que se encuentran en las proximidades del Cabo Prim.

Terrenos margosos sobre los que crecen los pinares, la maquia mediterránea y la flora litoral.

Un ejemplo de esta última: Limonium rigualdii, endémico de esta costa.

Isla del Portitxol.

Otro endemismo más alicantino-balear: se trata de Diplotaxis ibicensis, una crucífera perennizante que alcanza buen tamaño y crece junto a los matorrales costeros y en los caminos.

Detalle de las hojas...

... y de las flores de Diplotaxis ibicensis.

Bosques de Pinus halepensis con buena cobertura arbustiva.

En las umbrías las zarzaparrillas (Smilax aspera) cubren amplias extensiones del terreno y trepan sobre algunos árboles sin ningún problema.

Alguna orquídea (como esta Ophrys fusca) también está en flor.

Reichardia tingitana es una hierba alta que recuerda a sus parientes las cerrajas (género Sonchus).

Una recóndita y solitaria cala junto al Cabo Prim (Cala Sardinera).

No podíamos dejar de acercarnos al más conocido (y urbanizado, como puede observarse) Cabo de la Nao.

En la microrreserva de flora que existe fotografiamos a Hippocrepis valentina.

Flores de Hippocrepis valentina.

Los cerrillos son estas gramíneas altas que gustan de climas suaves y crecen entre las calizas.

Hyparrhenia sinaica, aspecto general y floración.

Un colirrojo tizón curioseando.

Más especies en flor entre los matorrales costeros, como estas matitas de Lobularia maritima, acompañadas por cenizos (de color rojo: Chenopodium murale)...

...o estas matas de Lavandula dentata.

Centaurea rouyi (con la única flor que había).

Una matilla muy abundante que no tenía ni flores ni frutos para poder identificarla...

En Punta de Moraira o Cap D'Or se encuentra una interesante población de esta gatosa (una genista alta, pues puede alcanzar los dos metros de altura): la Genista tricuspidata (G. lucida), que habita norte de África y España (Mallorca y Alicante).

Detalle de Genista tricuspidata. Se trata de un arbusto muy espinoso que florece a partir de febrero.

Junto a las gatosas crece asilvestrado este arbusto canario: el verode (Kleinia neriifolia), una compuesta endémica y presente en todas las Islas Canarias.

Kleinia neriifolia

Otra leguminosa arbustiva que acompaña a las gatosas, Calicotome spinosa.

Un tomillo rupícola que ahora está en flor: Thymus webbianus.

Un arbustillo endémico y amenazado de la costa levantina: la jarilla cabeza de gato (Helianthemum caput-felis).

Detalle de las hojas y los botones florales ya formados de H. caput-felis.

Esta jarilla crece sobre suelos calizos junto con otras cistáceas como Heliantehmum syriacum o Fumana ericoides (en la imagen).

Fumana ericoides

Dejamos la costa y nos internamos un poco hacia el interior, aunque tampoco mucho (nos quedamos a menos de 300 m de altitud). Aspecto de un campo de algarrobos a finales de diciembre.

Ulex parviflorus

La mole caliza del Montgó durante una mañana nublada.

Pinos de Alepo con acebuches y madroños.

El madroño con sus flores y frutos.

La mañana se va despejando.

Lavandula dentata

Entre los matorrales destacan Erica multiflora y Globularia alypum.

Floración invernal de Globularia alypum.

Entre la maraña vegetal asoman las flores blanco-rosadas de Asperula aristata (subsp. scabra).

Un arbustillo poco abundante: Thymelaea argentata.

Palmitos y otras especies del matorral termomediterráneo que crece sobre suelos calizos.

Hedysarum boveanum (subsp. europaeum)

En medio de una coscoja encontramos otra matita en flor: en este caso se trata de Launaea pumila, de la familia de las compuestas.

Otro detalle de los capítulos florales y primeras flores abiertas de Launaea pumila.


Finalizamos con las inflorescencias y hojas de Hippocrepis fruticescens, otro pequeño sufrútice que parece haber adelantado algo su periodo de floración.