martes, 28 de mayo de 2024

Elefantes & gardenias

 

Los principales factores que explican la composición y estructura de la vegetación en la sabana son la comunidad de ramoneadores existente junto a las condiciones de sequía reinantes, y, dentro de los primeros, destaca la intervención de una especie: el elefante africano (Loxodonta africana).

El elefante africano es el animal terrestre más grande que existe (2.500-6.000 kg) y el megarramoneador de la sabana por excelencia. Los mayores impactos sobre la vegetación leñosa de la sabana se producen en aquellas que tienen elefantes, especialmente en donde su densidad ha aumentado significativamente (generalmente por impedírseles moverse libremente).

El componente leñoso en la dieta de los elefantes tiende a incrementarse durante la estación seca, pero también durante la estación lluviosa en los años de bajas precipitaciones.

Los elefantes seleccionan los componentes vegetales dentro de un amplísimo rango de alturas: son capaces de recoger semillas caídas, arrancar ramas situadas a 8 metros del suelo o derribar árboles de casi 60 cm de diámetro de tronco. Ocupan un nicho alimentario especial con respecto al resto de los ramoneadores, pues a diferencia de las demás especies, son capaces de consumir tejidos fibrosos procedentes de la corteza o las raíces.

La rotura del dosel arbóreo y el pisoteo que producen las manadas de elefantes en el arbolado facilita la entrada de una mayor cantidad de luz al estrato herbáceo que, a su vez, permite el crecimiento de especies herbáceas pirófitas, por lo que finalmente tienen un efecto favorecedor para la acción del fuego.

En definitiva, ninguna otra especie es capaz de derribar, desmochar, arrancar y descortezar árboles y otras plantas, ni tiene la capacidad indirecta para favorecer incendios en las sabanas que poseen los elefantes.

Ejemplo de marula (Sclerocarya birrea) con la corteza parcialmente arrancada. Otra especie afectada por la acción descortezadora de los elefantes es el baobab (Adansonia digitata). Ambas especies pueden recuperarse si el descortezamiento no es continuo todos los años.

Pese a todo, el principal componente leñoso de su dieta lo aportan las especies arbustivas (es decir, aquellas con varios tallos en lugar de un único tronco predominante) más que las arbóreas. Las primeras, además, están mejor adaptadas a su acción desbrozadora y, a diferencia de las segundas, es muy raro que sean eliminadas por los elefantes.

Aparte de los mencionados efectos, la presencia de elefantes afecta positivamente a otras especies animales (creación de nuevos nichos o guaridas para la fauna, poblaciones de escarabajos peloteros, etc.) o vegetales, trasladando sus propágulos lejos de las plantas "madre".


El consumo frutos solamente es significativo para los elefantes de selva (Loxodonta cyclotis), en el África central, donde los frutos pueden suponer la cuarta parte de su dieta. Para la especie de sabana, sin embargo, los frutos representan un porcentaje irrelevante. No obstante, hay especies de plantas para las que los elefantes resultan importantes agentes dispersantes, como varias acacias (géneros Vachellia y Senegalia) y algunas otras: es el caso de las gardenias (familia de las rubiáceas), como Gardenia volkensii.


Gardenia volkensii es una especie arbórea con hojas anchamente obovadas que se reúnen en grupos de tres.

Las flores (o los frutos, en este caso) crecen solitarios en los extremos de las ramas.

Se trata de unos frutos grandes, coriáceos, fibrosos y muy duros, que quedan firmemente adheridos a la planta. Parece que están diseñados expresamente para que los consuman casi exclusivamente los elefantes (la mayoría de herbívoros no podrían ingerirlos ni por su tamaño ni por su naturaleza), que, efectivamente, participan en la dispersión de sus semillas tras su ingesta.

Aparte de los elefantes, parece que solamente búfalos, elands y kudús también los pueden consumir (aunque no está claro que todas estas especies los diseminen).

Otras especies de gardenias participan de la misma forma de dispersión que G. volkensii: por ejemplo, Gardenia thunbergia, un arbusto que crece en los matorrales costeros y bordes de bosques en la costa oriental sudafricana, junto al Océano Índico.

Otra vista de los frutos de Gardenia thunbergia. Si no son consumidos por los elefantes o los grandes antílopes, pueden pasarse años adheridos a la planta (y, naturalmente, no son dispersados).


Finalizamos con otras rubiáceas sudafricanas con frutos más o menos grandes o llamativos: en este caso, Gardenia ternifolia.

Vangueria infausta

Rothmannia globosa


martes, 21 de mayo de 2024

El agua en la sabana (2/2)

 

Segunda entrada dedicada al agua. En este pequeño cauce crecen dos especies de palmeras muy extendidas por la sabana: Phoenix reclinata (a la izquierda) e Hyphaene coriacea (a la derecha, más al fondo).

Phoenix reclinata (Arecaceae)

Hyphaene coriacea (Arecaceae)


Dos vistas de las hojas de Celtis africana (Cannabaceae).

Tabernaemontana elegans (Apocynaceae)

Kigelia africana (Bignoniaceae)


Las increíbles flores de Kigelia africana, una de las especies más llamativas y conocidas de la sabana.

Fruto de Kigelia africana: da lugar a su nombre vulgar, "árbol de las salchichas".

Pito cardenal (Dendropicos fuscescens).

Kraussia floribunda (Rubiaceae)

Floración de Kraussia floribunda.

Strychnos spinosa (Loganiaceae)


Ramas y hojas de Ziziphus mucronata (Rhamnaceae).

Antílope acuático (Kobus ellipsiprymnus).

Abrus precatorius (Fabaceae)

Jasminum fluminense (Oleaceae) con frutos.

Xanthocercis zambesiaca (Fabaceae)

Aparte de los ríos el agua se encuentra en charcas y humedales como este.

Aquí acude la fauna a beber, como estos antílopes sables (Hippotragus niger).

Pato crestudo africano (Sarkidiornis melanotos).

Avefría armada (Vanellus armatus).

Un clásico de los ríos africanos: el cococrilo del Nilo (Crocodylus niloticus).

El hipopótamo que veíamos descansando en la ribera, ahora sumergido en su medio.

Nymphaea nouchali (Nymphaeaceae)

Sobre los anteriores nenúfares, una jacana (Actophilornis africanus) con su pollo.

Tilapia de Mozambique (Oreochromis mossambicus).

Aninga africana (Anhinga rufa).

Jabirús africanos (Ephippiorhynchus senegalensis).