domingo, 15 de enero de 2017

Picudo rojo


La historia del picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus) es bien conocida: originario del sudeste asiático, llega a España a través de las importaciones de palmeras cultivadas al otro lado del Mediterráneo (Egipto y otros países) y se extiende por todo el litoral mediterráneo, aprovechando el "boom" inmobiliario en nuestras costas. También está presente en los dos archipiélagos, Baleares y Canarias (e incluso en zonas del interior como Zaragoza).

Sus víctimas son las palmeras (principalmente del género Phoenix: palmeras datilera y canaria, y otras de interés ornamental como Washingtonia). 

En verano, en las zonas costeras, no es extraño tropezarse (nunca mejor dicho, por el tamaño que alcanzan los adultos y su vuelo pesado al atardecer) con algún ejemplar errante, como el macho de la fotografía, en busca de hembras con las que reproducirse.

Aunque lejos de estar controlada, parece ser que los tratamientos con insecticidas aplicados mediante endoterapia vegetal (preventivos con tiametoxan o curativos con clorpirifos e imidacloprid), combinados con otros de control biológico (nematodos u hongos del género Beauveria), están resultando muy efectivos.

Pero aquí no aprendemos: en Canarias, a algunos les debe parecer insuficiente que tengamos una especie autóctona tan importante e interesante como la palmera canaria (Phoenix canariensis), así que seguimos con las importaciones de palmáceas y desde hace unos años contamos con una nueva plaga para sustituir al picudo: el "picudín" de las palmeras (Diocalandra frumenti).

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