| Un ejemplar de tojo en flor en el mes de julio. Aunque el periodo de floración va desde finales de otoño a primavera, algún ejemplar despistado se puede encontrar con flores en verano. |
| Una boraginácea muy extendida entre estos matorrales: Glandora (Lithodora) prostrata. |
| Las principales acompañantes de los tojos son las ericáceas, perfectamente adaptadas al clima oceánico y los suelos ácidos. En la imagen, Erica cinerea. |
| Erica ciliaris (con flores rosas) y un ejemplar de Erica cinerea albino. |
| Brezal de Erica tetralix. |
| Detalle de hojas y flores de Erica tetralix. |
| Otro ejemplar albino, en este caso Daboecia cantabrica. |
| Erica umbellata |
| Otro tojo, en este caso Ulex galli, de aspecto más grácil que su pariente más extendido. |
| Un ejemplar de carqueixa o engordatoro (Pterospartum tridentatum), cuyo periodo de floración suele finalizar antes. |
| Otra leguminosa arbustiva más, la escoba negra Cytisus scoparius. |
| Centaurea corcubionensis, que ya vimos al presentar las especies de los acantilados de Costa da Morte. |
| No podían faltar las cistáceas, otra familia bien representada en estos matorrales; en la foto, Halimium alyssoides. |
| Cistus psilosepalus |
| Cistus salviifolius |
| Los tojos crecen bien sobre los suelos degradados y en los huecos que quedan entre bosques y repoblaciones, pues gustan de lugares expuestos a altos niveles de iluminación. |
| Un sauce de pequeña talla acompaña a brezos y tojos: Salix repens. |
| Detalle de las hojas de Salix repens. |
| Una cistácea que no había fotografiado hasta ahora, exclusiva de nuestro noroeste: Tuberaria globulariifolia. |
| Detalle de las hojas (Tuberaria globulariifolia). |
| Imagen donde se aprecia la gran vitalidad y el poder invasor de estos matorrales (en los que no puede faltar la correspondiente tarabilla). |
| Y terminamos con un tomillo que crece tendido entre las rocas donde dominan los tojares-brezales, en concreto Thymus pulegioides, que florece durante el verano. |
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