Euonymus latifolius
Se diferencia del bonetero Euonymus europaeus (un arbusto común en los setos de los bosques caducifolios de la mitad norte peninsular), fundamentalmente, en la anchura y forma de las hojas y en la cápsula carnosa que conforma su fruto.
Así, en E. latifolius las hojas son más anchas que en E. europaeus (oblongo-elípticas de hasta 7 cm de ancho las primeras por ovado-lanceoladas de 4 cm de ancho las segundas); el fruto del bonetero de hoja ancha, por su parte, forma una cápsula con 4-5 valvas aquilladas que le dan cierto aspecto estrellado, mientras que su congénere tiene el fruto formado siempre por cuatro valvas redondeadas.
Hojas y frutos maduros y abiertos, ya sin las semillas.
Aunque ahora se conocen unas cuantas poblaciones repartidas por el parque natural, todas ellas con poquísimos individuos, la que visitamos es la primera población descubierta en nuestro país, que además es la que se encuentra a mayor altitud (1.900 metros), en plena alta montaña jienense. Aquí, los pocos pies que quedan crecen en el interior de un afilado lapiaz, en una zona casi intransitable. Las demás poblaciones andaluzas crecen por debajo de esta cota, siempre en ambientes umbríos y frescos o, incluso, medios riparios.
Un bonetero de hoja ancha se "asoma" entre las grietas del lapiaz; aunque este ejemplar medía más de dos metros de altura, desde afuera sólo se aprecia la parte superior del mismo.
La principal amenaza a la especie la constituyen los hervíboros silvestres (cabras monteses y muflones, en las zonas altas del parque), que impiden el asentamiento de nuevos plantones y consumen los brotes de los pies adultos. Como curiosidad, en estos y otros lapiaces de este espacio natural (antes de ser vallados para impedir el acceso de los rumiantes), las distintas especies de arboles y arbustos (arces, madreselvas arbóreas, espinos, tejos, mostajos, etc.) que crecían entre las grietas, arraigando por debajo de la superficie visible del lapiaz, eran sistemáticamente "segadas" por los dientes de los herbívoros, de forma que no llegaban a asomar por la parte superior de las grietas.
Un macho montés (Capra pyrenaica) descansa entre las rocas calizas.
Aparte de las especies ya mencionadas, en Cazorla-Segura hemos visto acompañando a los boneteros, en pleno dominio del pino laricio, a muchas plantas interesantes: sabinas rastreras (Juniperus sabina), Daphne oleoides, Fumana baetica, Genista pseudopilosa, etc.
Porte de Juniperus sabina.
Tras su hallazgo en tierras andaluzas, posteriormente se han ido encontrando otras poblaciones en la mitad oriental peninsular, siempre en sierras de naturaleza caliza o margo-caliza, como en Aragón (Javalambre, Teruel) o Castilla-La Mancha (Palomera, Cuenca); se espera que queden ejemplares, asimismo, en las vecinas serranías de Castellón, donde hasta ahora se ha buscado sin éxito.
Vista de los pinares de Pinus nigra desde el hábitat del bonetero de hoja ancha (1.900 metros de altitud).
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