jueves, 24 de enero de 2019

Crucíferas leñosas: el género Vella en la Península Ibérica

Las crucíferas incluidas en el género Vella son endémicas del extremo suroeste del Mediterráneo (España, Marruecos y Argelia) y destacan por ser especies leñosas (aquí las tratamos como arbustos: altos, bajos o incluso rastreros), algo poco común dentro de esta familia. En la Península ibérica habitan cuatro especies, que repasamos en esta entrada.

En la primera foto, floración y hojas del pítano (Vella pseudocytisus), la especie más alta de todas (puede alcanzar el metro). En este caso se trata de la subespecie pseudocytisus, la que habita el centro peninsular (Madrid y Toledo) y Granada; existe una segunda subespecie, paui, propia de Aragón). Es una especie bastante rara (en cualquiera de sus subespecies) que se encuentra protegida.

Las hojas del pítano son únicas dentro del género: enteras, obovadas, con el ápice redondeado, algo coriáceas, setoso-híspidas por ambas caras y márgenes ciliados. La floración comienza a partir de abril (en el sur de Madrid incluso algo antes, dependiendo del año), reuniendo hasta 30 flores en racimos terminales como los de la fotografía. Las flores de este género son siempre amarillas (algunas especies presentan además algunas venas violetas), con sépalos erectos y pétalos largamente unguiculados.

En el centro del país habita colinas yesosas, entre los 400-500 m, parece ser que mostrando preferencia por las zonas de umbría. En Madrid se encuentra localizadísima, cerca de Aranjuez, donde acompaña a matorrales gipsícolas o retamares, aunque también puede crecer sobre terrenos algo nitrificados o alterados.

El fruto de estas especies se denomina silícula (una silicua corta) y está formado por dos artejos: el valvar (de forma elipsoidal, pues en su interior se encuentran las dos valvas que contienen las semillas; de los dos que forman el fruto, el que está relleno y próximo al eje de la inflorescencia) y el rostro, de aspecto comprimido (el que está vacío y más alejado). En el pítano ambos artejos tienen una longitud similar (unos 5 mm), siendo el rostro de forma redondeada, como se aprecia en la imagen.

La segunda especie se conoce con el nombre vulgar de "piorno de crucecillas" (Vella spinosa): tiene los ápices de las ramas superiores transformadas en espinas (es la única especie espinosa que habita España) rígidas y patentes (formando 90º con los tallos), lo que, efectivamente, le confiere a la planta el aspecto de estar cubierta por unas pequeñas cruces.

Aparte de ser la única especie espinosa de nuestro país, es la que tiene racimos con menos flores de todas. Las hojas son enteras (o con un par de dientes en los lados), con margen setoso (con grandes pelos tiesos) y ciliado. Florece a partir de mayo.

Vella spinosa habita en la media y alta montaña de las serranías Béticas (de Alicante a Cádiz), ascendiendo hasta los 2.200 m en las cumbres de las montañas calizas (o sobre dolomías). Acompaña a diversas especies como Lavandula lanata, Santolina canescens, Astragalus granatensis, Berberis hispanicaErinacea anthyllis, etc., como en esta imagen de Sierra Nevada. El piorno de crucecillas tiene un porte más o menos almohadillado, aunque puede superar el medio metro de altura.

Aspecto de un ejemplar de Vella spinosa en el mes de agosto: ramas espinosas y frutos completamente formados .

Detalle del fruto de Vella spinosa: destaca el rostro, más largo que el artejo valvar, con forma de lengua y acabado en punta, significativamente distinto al del pítano.

En la última década del siglo pasado se descubrió en el interior de Alicante (y relativamente cerca de la capital, por cierto) a la tercera especie: Vella lucentina. Es otro arbusto inerme que crece hasta el medio metro, como máximo. Es endémico del centro de Alicante, donde se encuentra amenazado por la destrucción de su hábitat. Curiosamente, la especie tiene cierto carácter pionero y puede crecer sobre terrenos abandonados... si la dejan, claro.

Su floración es algo más temprana que en las especies precedentes, comenzando en el mes de marzo. Vive entre los 300-400 metros de altitud, acompañando a diversos matorrales seriales, sobre terrenos arcillosos, margosos o calizos. Es otra interesante especie de nuestro sureste semiárido a proteger.

Formación de los primeros frutos (el rostro es lingüiforme, como en V. spinosa, y algo mayor al artejo valvar) y aspecto de las hojas de Vella lucentina. Éstas son enteras, lineares, agudas y setosas.

Más recientemente, incluso, se descubrió a la última especie: Vella castrilensis. Recibe el nombre de la Sierra de Castril, una de las sierras en las que habita (junto con Cazorla-Segura), entre Jaén y Granada. Se trata de un arbustillo almohadillado o casi rastrero, inerme, que apenas alcanza los 30 cm de altura. Vive en las cumbres calcáreas (cerca de los 2.000 msnm), a veces entre gritas de rocas o bajo el matorral de alta montaña.

Florece en primavera, y se caracteriza por sus hojas oblongo-lanceoladas, enteras o con 2-4 pequeños dientes y densamente cubiertas de pequeños pelos adpresos. Es un endemismo que ocupa un área de distribución reducidísima, muy amenazado por la presión de los herbívoros (tanto domésticos como silvestres), como le sucede a otras tantas especies de la alta montaña bética.

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