El durillo, especie bien distribuida por las serranías españolas de la mitad sur (más escasa y puntual por el norte), gusta de temperaturas suaves y hábitats con humedad permanente, apareciendo principalmente entre los matorrales nobles que acompañan a encinares y alcornocales. El clima madrileño, sin embargo, resulta demasiado frío en invierno y muy seco en verano, por lo que de manera natural esta especie se muestra esquiva en nuestra Comunidad. Pese a ello, en Madrid la especie es muy empleada en jardinería, floreciendo y fructificando sin problemas, por lo que cabe pensar en algunas semillas que han llegado hasta aquí transportadas por las aves.
Atravesando una zona de berrocales graníticos, tan comunes en Hoyo (poblados por encinas, pinos piñoneros, enebros, jaras pringosas, mejoranas y cantuesos), alcanzamos un arroyo poblado de fresnos, sauces y zarzas, al borde de un encinar, donde se encuentran los durillos.
En esta ubicación, junto a las encinas aparecen varios madroños (Arbutus unedo), cuya presencia en estas sierras ya conocíamos y que son indicadores, precisamente, de esas condiciones climáticas requeridas por las especies de hoja lauroide que alcanzan el centro peninsular.
Delante de las encinas, un madroño y un durillo.
Diferentes vistas de algunos de los durillos de la zona.
Los madroños presentan los últimos frutos de la temporada y crecen de forma enmarañada con alguno de los durillos; éstos aparecen dispersos entre las encinas y el camino, siempre próximos al cauce del arroyo.
Aunque llegamos casi con las últimas luces de la tarde, aprovechamos para fotografiar algunas plantas en las cercanías del arroyo: la leguminosa Melilotus albus, de más de metro y medio de altura (ahora en flor), y un par de hemicriptófitos: la compuesta Tanacetum parthenium y la labiada Ballota nigra. Resultan abundantes las madreselvas (Lonicera etrusca) y, algo escondidos entre los roquedos, algunos pies de rusco (Ruscus aculetus).
Melilotus albus
Tanacetum parthenium
Ballota nigra
Ganoderma lucidum
No hay tiempo para más y acompañamos a casa a Miguel: en el buzón de su casa, entre folletos publicitarios, una última sorpresa: una diminuta salamanquesa (Tarentola mauritanica), despierta en esta época del año (hasta la fecha el otoño ha sido poco frío), que procedemos a liberar.
Atardecer en la fresneda.
Una joven salamanquesa común.
(Dedicado a M., segundo retoño de Miguel, que nació a los pocos días de nuestra visita; un abrazo para toda la familia.)
Viburnum tinus, hojas y frutos.
Buenas, Salva
ResponderEliminarPor fin estoy aquí; esta entrada me ha tocado el corazón, y he vencido a los problemas informáticos. A ver si un día de éstos encontramos también un Prunus lusitanica por Hoyo(je, je, ...). Ya era hora de que entrara en tu blog para decirte lo bien que te está quedando. Eres un fenómeno y espero que podamos seguir dando muchos paseos "de especies" en cuanto Manuelillo y su hermana me dejen.
Gracias, D. Miguel: nos ha quedado todo un momento "Sr. Lobo"!! Lo del loro en Hoyo está hecho...
ResponderEliminarA ver si te llamo y me cuentas cómo va el bambino (y el resto de la familia): hablamos.
Un abrazo.