jueves, 15 de junio de 2023

La retama de bolas (Retama sphaerocarpa): un valor seguro

 

A mediados de mayo fotografiamos a esta retama de bolas (Retama sphaerocarpa) en plena floración en las terrazas del Jarama, en el noreste de Madrid. Era prácticamente la única especie que salía indemne tras una primavera lamentable desde el punto de vista meteorológico, en la que apenas ha llovido y el calor se ha adelantado varios meses. Pese al desastre que supone la sequía en nuestros campos y montes (ausencia de especies herbáceas, menor floración e incapacidad de cumplir el ciclo reproductivo para otras), la retama de bolas es un valor seguro: sigue a lo suyo y florece como si la falta de agua no fuese con ella.


Esto se debe a las adaptaciones que presentan las retamas contra el calor extremo que deben soportar durante unos cuantos meses al año: ausencia casi total de hojas (saca unas hojuelas diminutas que pierde rápidamente), tallos cubiertos por un indumento seríceo que realizan la función fotosintética y un importante sistema radicular (que puede alcanzar los 14 m de profundidad).

Son arbustos altos, que pueden alcanzar los tres metros de altura, de ramas erectas, que normalmente acompañan o forman parte de las etapas de degradación de encinares. Indeferentes edáficos, muchas veces sobreviven en los bordes de los cultivos extensivos, aportando una solitaria presencia vegetal a muchos paisajes agrícolas de la España seca.

Bien representada en buena parte de nuestro país (Meseta, mitad sur y Valle del Ebro, principalmente), en esta ocasión nos hemos desplazado al Parque Regional del Curso Medio del río Guadarrama y su entorno, en el oeste de Madrid, para fotografiarla. En estas zonas de suaves pendientes que van desde la sierra hasta las llanuras, sobre suelos arenosos, las retamas se encuentran a sus anchas.


Aquí forman extensos retamares. Retamas con encinas y Genista hirsuta.

Otro de sus acompañantes habituales en suelos más rocosos, el enebro (Juniperus oxycedrus).

Aunque en el centro peninsular las retamas florecen a partir de mayo, en el sur pueden adelantar un mes la salida de las flores.

Éstas se reúnen en racimos cortos presentando este conocido color amarillo; las diferencias con su único pariente peninsular Retama monosperma las expusimos en esta entrada.

Son plantas melíferas muy visitadas por los insectos, como esta abeja.

Cada retama es un ecosistema en sí misma, manteniendo entre sus tallos e inflorescencias a diversas especies de pulgones, orugas (como esta larva de la polilla Uresiphita gilvata) y otras especies de invertebrados. Bajo su copa, al amparo de su sombra y gracias al bombeo de agua y nutrientes desde horizontes inferiores y al humus formado con sus restos vegetales, crece un pasto herbáceo más denso y de mejor calidad que fuera de su protección, por lo que se dice que "cada retama alimenta un cordero".

Repasamos algunas plantas que forman parte de los retamares madrileños, algunas de ellas casi tan resistentes como las propias retamas.

Verbascum rotundifolium

Andryala arenaria

Lavandula pedunculata


Thymus zygis

Thymus mastichina

Digitalis thapsi

Antirrhinum graniticum

Andryala integrifolia

Silene scabriflora

Thapsia villosa



Frutos y hojas de Rumex induratus.

Artemisia campestris subsp. glutinosa

Reseda luteola


Verbascum virgatum

Andryala ragusina

Centaurea melitensis

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