Recorrido por el sur de la región, en una zona donde predominan los sustratos de tipo sedimentario (yesos) sobre una altitud media de 650 m.
Encontramos buenas muestras de encinares, atochares, albardinales y matorrales gipsícolas o aljezares (aquellos que crecen sobre los yesos); algunos kilómetros antes se atraviesa un excelente bosque de pino carrasco (probablemente autóctono), afortunadamente inaccesible para los visitantes. Más adelante los encinares van dando paso al paisaje de campiña, con cultivos herbáceos y alguna parcela de olivos en las partes más llanas.
La falta de lluvias acentúa el aspecto ya de por sí árido de estos paisajes; de momento pocas especies lucen en flor. Sobre los yesos crecen Helianthemum squamatum, Gypsophila struthium, Centaurea hyssopifolia, etc. Buenas poblaciones de Ephedra nebrodensis, que forma unos densos arbustos casi tapizantes (¿adaptación al diente del ovino?).
Matorrales gipsícolas con predominio de Centaurea hyssopifolia.
Ephedra nebrodensis
La especie más tempranera en florecer es la carrasquilla o hierba de las siete sangrías (Lithodora fruticosa), el arbusto que mayor número de flores abiertas presenta y el más visitado por varias especies de dípteros y abejas.
Entre las cabezuelas secas de Centaurea hyssopifolia destacan algunos ejemplares de lechetrezna Euphorba serrata, con las flores casi abiertas.
En las zonas de ladera abundan los espartos o atochas (Stipa tenecissima), que forman densas macollas y de momento no parecen tener prisa por florecer; otra gramínea perenne pariente del esparto, el albardín (Lygeum spartum), forma pequeños rodales en las zonas inferiores, donde se acumulan sales.
Atochas (Stipa tenacissima).
Lygeum spartum
Los encinares mantienen el tipo frente a las altas temperaturas y falta de agua; crean un ambiente más fresco en sus inmediaciones, por lo que algunas especies aprovechan para crecer a su vera, como el espino negro (Rhamnus lycioides) o incluso las coscojas (Quercus coccifera).
Tronco de encina.
Rhamnus lycioides
La hoja de la coscoja es glabra (y del mismo color verde brillante) por ambas caras...
... mientras que la de la encina presenta el envés tomentoso y el haz de un tono apagado. Sobre esta encina, una Iphiclides feisthamelii.
Algunas aulagas (Genista scorpius) de gran porte también crecen junto a las encinas, siendo prácticamente la única especie en flor del encinar.
En una hacienda abandonada encontramos un árbol que llama nuestra atención: se trata de un enorme pino carrasco con el tronco partido a media altura cuyas ramas han seguido creciendo pero hacia abajo, de manera que sus hojas forman una densa maraña que cubre un amplio perímetro; las ramas han tenido que ser apuntaladas con altas estacas.
Se adjuntan algunas fotos comparativas entre el tamaño del pino y la hacienda. Los conos masculinos del pino se encuentran a punto de madurar.
Maquinaria agrícola abandonada.
Hola Salva, soy Enrique de Almanaque Natural, ya te he comentado alguna vez y la verdad es que me apetece hacerte bastantes más comentarios.
ResponderEliminarUno de ellos lo es y también invitación aunque sin fecha. Desde ARBA BajoJarama, hacemos excursiones botánicas por todas estas zonas. Para finales de mayo programo yo una por una zona cercana, el arroyo de San Pedro, va de albardinales y yesos. Si quieres nos mandas un correo, pues la anunciaremos en la web de ARBA, se garantiza disfrute. Por otra parte me extraña, lo del Phagnalon saxatile, pues estamos a vueltas con él, pues por Rivas crece un mini-Phagnalon que es una miniatura del rupestre, de los cortados calizos, pero el saxatile, solo lo he visto sobre otro tipo de roquedo y no en el sureste madrileño.
También comentarte que lo de Valdelatas es una gozada, hasta hay una pequeña aliseda amparada en una fuga de la tubería del canal. Es un sitio desconocido para el 95% de los madrileños y es una joyita.
Un saludo y si quieres nos vemos otro día.
Hola, Enrique.
ResponderEliminarNo sabía que estabas detrás de la web (y el excelente herbario)de Arba Bajo Jarama; joder, si es una de mis páginas de referencia...
Recojo encantado la invitación: no sé si podré ir porque por esas fechas me toca mudarme, pero si no es esa, será otra, no lo dudes. A mi el sureste de Madrid me emociona (a mi mujer bastante menos, dicho sea de paso) y, aunque en esta excursión iba buscando otra especie que no vimos y todavía no había caído una gota de agua (estaba el paisaje para echarse a llorar), creo que son sitios que nunca defraudan.
Sobre el Ph. saxatile: la verdad es que inicialmente estuve dudando, pues las matillas (había unas cuantas) estaban hechas una verdadera lástima; me traje una pequeña muestra de las hojas nuevas y de los restos machacados de inflorescencia... y me decanté por esta compuesta. Ahora he vuelto a revisarla y lo mantengo, pero, vamos, que se va otra vez más adelante y se comprueba. Creo recordar que hay alguna referencia (también escasa) por Aranjuez.
Lo dicho, a ver si saco tiempo, te escribo, y si no nos vemos en esta salida de mayo, que sea en la siguiente.
Un saludo.
Enrique, he tenido una "visión" (a ella ha contribuido el repaso de las fotos de vuestro herbario virtual, que conste): la compuesta muy probablemente sea Centaurea hyssopifolia, aunque tal y como estaba (sin flores ni hojas y apenas unos restos de cálices donde no quedan lacinias) cuesta identificarla; de momento quito el Phagnalon y dejo la Centaurea en el texto, aunque queda pendiente su revisión para dentro de unas semanas.
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