Otro de los encuentros clásicos de principios de primavera (especialmente si ésta viene cálida) es con las filas de procesionarias (Thaumetopoea pityocampa), lepidóptero asociado a los pinos muy extendido por todo el país, presente incluso en parques urbanos.
Pinar de repoblación de pinos carrascos.
Pinus halepensis, piñas.
En el centro de la provincia de Toledo, encontramos un pinar de repoblación de pino carrasco (Pinus halepensis), con numerosos árboles infestados por esta plaga. En los bolsones (los nido de invierno donde las orugas han pasado sus primeras fases larvarias) se detecta movimiento a finales de la tarde, pues está próxima la salida de las larvas a la búsqueda de un lugar donde enterrarse y completar su ciclo.
Las orugas entran y salen del nido: se preparan para salir.
Aparte de los daños que puedan causar las orugas en los pinares, en los seres humanos producen urticarias y trastornos alérgicos que pueden ser muy graves, por lo que conviene guardar las distancias con ellas.
La fila en marcha; normalmente a la cabeza va siempre una hembra.
Entre el pinar y un campo de labor próximo, quedan unos cuantos almendros (Prunus dulcis) semiabandonados, que presentan sus últimas flores y los frutos del año pasado. Entre las especies semileñosas que acompañan a los almendros fotografiamos a una labiada que identificamos por los restos de la inflorescencia.
Las últimas flores de los almendros manchegos.
Se trata de un marrubio o hierba de Santa Quiteria (Marrubium alysson), una pequeña mata de carácter ruderal que se reconoce por su cáliz rígido con un tubo de 4-5 mm y dientes perpendiculares al tubo, abiertos en forma de estrella.
Cálices de Marrubium alysson.
A estas alturas del año presenta pocas hojas, con forma de abanico (flabeladas) y cubiertas de un denso tomento, pegadas a la base del tallo.
Hojas de Marrubium alysson.
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